25 octubre 2009

Brujas


“Todas las mujeres han pensado alguna vez sobre ellas mismas, que son brujas. Todas las mujeres han pensado alguna vez sobre otras mujeres, que son brujas” Algo así propugna Eugenia Rico en “Aunque seamos malditas”.

Las únicas brujas que conozco (literales, no figuradas), aparecen en cuentos infantiles o las he visto en la tele, vistiendo faldones grises, luciendo una monumental verruga en nariz aguileña, y acompañadas por una escoba (medio de transporte de bajo consumo y con ilimitadas funciones) o por un gato (fiel amigo).

Las brujas no existen. Se las inventó un “malideado” (la Inquisición), con insuficiente capacidad para asumir que las mujeres (algunas sobre todo) somos racionales (manipuladoras); honestas (malvadas); de pensamiento libre (perversas) y con infinitos recursos (amantes de las artes oscuras).

Pretexto para desnudarnos (en la búsqueda de la marca del diablo en nuestra piel); vejarnos (comprobación de si somos de carne y hueso) y someternos a su voluntad (hacernos respirar bajo el agua).

Tras la ardua jornada laboral, a las que sobrevivimos, nos queman en la hoguera, para que no queden huellas de lo que nos hicieron, no por ser brujas, sino por ser más inteligentes que muchos hombres que ponen en su boca, la palabra de un Dios, que nunca las pronunció.

La sabiduría es poder, el poder es peligroso en manos ambiciosas.
Hoy me siento un poco bruja. Hoy soy un poco más mujer.

18 octubre 2009

Al César, lo que es del César


Toda la vida engañada ¡Y de qué manera!
Viviendo en una mentira y mintiendo a los demás. Divulgando involuntariamente una verdad falsa. Responsable, en gran medida, de que una buena parte de conocidos o sencillamente de personas que se han cruzado en mi vida, crean en una quimera que no es cierta, sólo porque confiaban en mi palabra. Palabra incierta.

¡El “allioli” no es catalán! El alma se me cae a los pies. Un señora francesa me dice que el “Aïolli”, proviene de La Provenza, más exactamente de Marseille. Dudo, dudo muchísimo, no queriendo aceptar una posible realidad, que me mantiene al borde de la tragedia, mientras en mi interior una vocecita (la voz no existe, me la invento, una vez descubierta mi mentira, he quedado en evidencia de todos modos, independientemente del número de engaños a los que haya sometido al género humano e incluso animal), reivindica ¡Allioli catalán! ¡Allioli catalán! ¡Ra, Ra, Ra!

Consulto (con la esperanza de que la señora estuviera equivocada, y así librarme de la cruz que cargarán mis hombros hasta que me canse de ella y decida ponerle una ruedecillas para aligerar el peso) en Wikipedia, que tiene respuesta para todo, y descubro que en época romana, estos copiaron la salsa a los egipcios, a quienes se les concede la autoría (ya, será porque Ferran Adrià no había nacido aún), y los romanos, entre conquista y reconquista, desvelan la fórmula del “alhoyolio” a los andalusíes, que lo extienden a Valencia y a Cataluña (¡Allioli catalán! Ra, Ra, Ra) y que posteriormente pasará a ser utilizado en La Provenza (algo de razón tenía la señora francesa, aunque no quede eximida del mismo error cometido por mi persona por tanto tiempo) y en las Islas Baleares.

Traumatizada parcialmente (necesito una parte de mi intacta para seguir viviendo), me desgloso (que es muy fino) en pensamientos: con tantas personas habitando el mundo, en tantas épocas antecesoras a la nuestra, no es de extrañar que a más de dos o tres personas (mujeres, segurito pues, que eran mujeres) a la vez, se les ocurriera hacer una mezcla de ajo y aceite (por el momento no he querido saber si entonces mis paisanos utilizaban ajo y aceite de oliva en la cocina, o tenían que esperar a que los egipcios se lo importaran) en distintas partes del mundo, aunque luego no lo propagaran a los sietes vientos, por ausencia de afán protagonista.

Todos los domingos, preparo “allioli” (catalán, se pongan como se pongan los egipcios), que en su variente sudoestera es el “ajoyaceite extremeño”. Hoy, mezclando el ajo picado con el aceite en el mortero, esa vocecilla inventada mía gritaba, ¡Alioli, español! Como Gilbraltar… y los monos andaluces.

11 octubre 2009

Allí

Donde la vida me lleve, iré; donde se detenga, pararé.
En las últimas semanas, la causalidad (y sólo ella quiso que estuviera donde estuve, para saber lo que sé) ha tenido a bien poner en mi conocimiento hipotéticas realidades ajenas a mí, versadas sobre temas universales, con alto cariz trascendental, que rozan lo filosófico y hasta lo metafísico.

En el centro de un círculo con fisuras (como el corro de “el patio de mi casa es particular, cuando llueve y se moja no es como los demás”), observo que hay quienes se proponen cambiar de vida, porque la que tienen no les satisface; quienes reflexionan sobre si el camino tomado años atrás, fue el correcto o hubiera sido mejor seguir otro; también hay quienes evolucionan completando ciclos (a veces vitales); o a quienes les inquieta el porvenir (porllegar); y estoy yo, espectadora en la distancia (por no preocuparme estas cuestiones), viviendo un presente (que es lo único que tengo ahora) sin mañana, y formándome ideas objetivas (subjetivas, la experiencia no deja otra alternativa) acerca de lo que mis sentidos perciben. Yo no pienso tanto (al menos sobre ciertas cosas), como los demás.

Son sus circunstancias, sus razones, las que a todas esas personas les hace plantearse la vida o parte de ella, vivida o por vivir, entretanto, permanezco al margen de esas divagaciones, blindada (por voluntad propia) para que no me alcancen. Aún no.

Será que me he vuelto insensible (reconozco haber sido distinta); que cuanto más fuerte soy, menos vulnerable parezco; que una determinación firme del pasado me mantiene ausente de pensamientos profundos (de esos a los que no escapa nadie) o simplemente, que me limito a vivir hasta consumir el tiempo, viendo pasar la vida de los demás con sus incertidumbres y certezas… Donde la vida me lleve, iré; donde se detenga, pararé.


04 octubre 2009

Lluvia

Esta semana llovió, pero ni había amor, ni era pequeño, ni las gotas de agua se confundieron en el mar, si acaso en el rio. La lluvia limpia impurezas. Apaga fuegos cuando no sopla el viento.

Me mojé. El agua me golpeó la cara e intensificó los colores de mi indumentaria.
Bajo la lluvia nada permanece igual; cambian las texturas; los colores; los sabores; la forma en que percibimos los sonidos o las cosas.

Transforma y nos transforma para que a su vez transformemos lo que tenemos o tendremos. Purifica.

La primera lluvia del otoño cayó, y a través del cristal lleno de gotitas en camino descendente, que mueren al llegar al unirse con otras, la realidad se distorsiona y nada es como era.


27 septiembre 2009

Fisuras mentales

Hay recuerdos inventados. Recuerdos que nuestra mente crea sin querer (o con intención, pues gran desconocida es) y que nosotros damos por ciertos.
Tengo recuerdos que no sé si existieron, me los inventé o que voy olvidando (memoria selectiva), que cada vez son más difusos.

Ocurrió en una fiesta – despedida (ya entonces empezaba a sospechar, de lo que hoy no me cabe la menor duda, NO ME GUSTAN LOS JOLGORIOS), a esa edad en la que los niños lo son aún, por poco tiempo más.

Sala de actos del colegio, último curso de la E.G.B., dos clases (A y B, cuya rivalidad se fue acortando con el transcurso de los años, y la amistad reemplazó a la enemistad despectiva), alumnos italianos procedentes de un intercambio (que me llevó hasta Rivoli durante una semana) y profesores moderando el comportamiento de los más “exaltados” (echados para adelante).

Primavera (la sangre alterada); música italiana denotándonos como buenos anfitriones (Jovanotti, furor entre los de aquel país, sobre todo entre ellas) a todo pulmón; la tarde cayendo; víspera de una partida (la de los visitantes); puerta del aula cerrada; persianas bajas; calor; calor; mucho calor…

Aturdida, permanecía con un grupo de amigas (A y B) en un rincón, alejada de los gritones adolescentillos que bailaban en el centro de la sala, poseídos por un extraño enter, que les hacía desatarse como si hubieran acabado con todas las existencias de una cocktelería. La cabeza palpitándome cuan corazón desbocado... Entonces ocurrió. El graciosillo –gamberro que siempre se divierte de la misma forma en todas las fiestas (porque su cerebro no da para más) apagó la luz y ellas empezaron a gritar (como si les preocupara no ver nada), mientras ellos reían a carcajadas.

En esos breves segundos, alguien hizo algo que no me gustó… o sí (si hubiera sabido de quien se trataba) y le aparté o eso creo (salvaguardando mi recato). Recuerdo haber hecho topar mi brazo con un estómago, más bien barriguita (muy esclarecedora en mis pensamientos posteriores) de alguien que no era mucho más alto que yo (deduje por la altura a la que me llegaba su respiración). Me resultó tan desagradable esa inesperada proximidad con “lo invisible”, que en mi mente se formó la idea de lo que me hubiera gustado hacer (empujarle tan fuerte que cayera al suelo, desvelando así su identidad), y siempre he pensado que hice.

Las luces no tardaron en encenderse. Mis amigas permanecían en la posición en la que las había visto veinte segundos antes, ajenas (o conocedoras, dadas sus risitas) de que ese espacio circular que dibujábamos, había sido vulnerado. A sus espaldas mi mejor amigo y su mejor amigo ("el niño de mis ojos"), aparecidos de repente con la oscuridad, cuchicheando afablemente; cómplices de lo que nunca he querido saber, porque la verdad podría no gustarme.
Realidad, invención u olvido.


20 septiembre 2009

¿Una imagen vale más que mil palabras?


La imagen se presta a muchas interpretaciones, que cada cual, saque sus propias conclusiones.
Probablemente nunca conozcamos la intención de sus protagonistas, por eso, se aceptan especulaciones y cábalas acerca de lo acontecido, tal día como ese.

Roedora 1 (que se aferra a una endeble ramita), intenta impedir que roedor 2 (al que sujeta desesperada), con el que lleva flirteando varios días, le entregue la flor a roedora 3 (que en pocos segundos se ve a sí misma malherida, si sus reflejos le fallan), a la que le une una estrecha amistad con roedora 1, que cada vez le tiene más tirria a su amiga, porque roedor que se le acerca, roedor que le espanta.

Esta es mi versión de los hechos. Se me ocurren otras muchas, pero lo primero en lo que pensé cuando vi la foto en fue en rivalidad entre roedoras (una sí sé que es fémina, los otros dos los desconozco)y “celos”. A veces, lo primero que se nos ocurre delante de una circunstancia, está estrechamente ligado con nosotros mismos, otras veces no tiene nada que ver.
¿Qué papel formaríamos en la escena?

13 septiembre 2009

Noche

En las noches, hay personas que no duermen, porque están trabajando; porque no pueden o no les dejan (como a mí).

He probado con los tapones, fracaso total. El ruido insano que sale de las numerosas casetas repartidas por el recinto ferial, es tan alto, que los tapones apenas me aíslan de tan demenciales musiquitas, y las oigo como si procedieran de muy lejos. Los ojillos se me cierran, pero el sueño y yo permanecemos irreconciliables. No me gusta que me impongan nada, mucho menos ruidos ajenos (tambores, rumbas, bocinas...)

He abusado de las infusiones para que la noche me encontrara relajada y tranquila. La serenidad tarda en irse lo que se tarda en interrumpirla.
Caminar por la casa, de un lado a otro, a veces ocupando sillas, otras veces sillones, alguna que otra vez el suelo (pues a 34 grados en el interior de casa, es lo que más refresca), tampoco funciona. Leer no es distracción alguna. Escribir tampoco por la falta de concentración.

Pienso y repienso acusando cansancio.
Demasiadas horas despierta, demasiadas horas crispadas.
Me hago cómplice de unas voces que no conozco, pero que me reportan cierto entretenimiento. Lo programas radiofónicos a altas horas de la madrugada, reconfortan. No estoy sola, comparto mis minutos con personas que tienen algo que decir, y que no esperan al día para hacerlo. Conozco sus historias, sus puntos de vista sobre temas universales que en mayor o menor medida, alguna vez nos afecta a lo largo de la vida.

La noche hace que las melodías suenen distintas y esta noche otros serán los sonidos que me entreguen al sueño. Los elegidos.

06 septiembre 2009

Libre


Hoy puedo decir, lo que otros dijeron mucho antes que yo, y los que me seguirán dirán más adelante, incluso hay quienes lo dicen varias veces al año… Estoy de vacaciones.

Una semanita que coincide con la feria (horror entre los horrores; tortura sin nacionalidad; pesadilla en sudoeste de España street; hecatombe total; apocalipsis now, now; fatalidad infernal; catástrofe medio-ambiental…).

Uno de los Grandes Maestros de las Ciencias Miedosas, que en estos días se aposenta en tierra suya y extraña mía se pronuncia.

-Sabia suprema en potencia, tu cuidar tus oídos con protectores adecuados del ruido externo, (polvo y agua), que producen aburridos maldivertidores. Tú usar tapones espumosos, color amarillo canario y dormir toda la noche como angelito con sueño.

-Gran Maestro de las Ciencias Cautelosas, debatiéndome estoy en mi fuero interno, que bien profundo es. Si uso tapones canarios, evidenciando estaré que mi falta de sueño generado, será por malhechores, a quienes les escayolaría las dos piernas con gusto recalcitrante; pero si no los utilizo, expondré a mis oídos a la escucha legal de atrocidades hasta más allá que canten los grajos.

-Magnánima de conocimientos diversos, saber elegir, es harto importante. Si tu querer dormir, sin querer oír, tu canarios en oídos poner. Si tú martirizarte con escandalosas músicas ajenas, tú no dormir, tú malhumorarte y crearte malestar más profundo que tu fuero interno.

-Oh, Gran Maestro de las Ciencias Reservadas, cuan esclarecedoras son tus palabras, pues parece que un cambio se está produciendo en mi intención de actuar o inactivarme, encaminado hacia esas espumillas que apartarme de los malos sonidos habrán y sueño conciliaré.

-Aprendiza desbordada de buenos aprendizajes, toma un protector entre sus manos, haz un fideo Gallo, nº 2, e introdúcelo en el oído. Espera un minuto a que el Gallo se expanda y dejarás de oír por un oído. Tu repetir operación con el otro canario. Paz hallarás.

-Gran Maestro de las Ciencias Guardadas, apenas percibí tu voz, segundos antes de callarte. ¿Podrías alzarla un poco más, para no echar en saco roto tú doctrina…?

Con feria o sin feria… ¡estoy de vacaciones!

30 agosto 2009

Tener o no tener


Ocho y catorce minutos de la tarde (a tan solo cuarenta y seis minutos del término de la jornada laboral), en la oficina con un dado a cantar lo más hondo que su diafragma le permite a tempranas horas de la mañana.

“Quien yo me sé, no sabe lo que se ha perdido”.

Quien el de más arriba y yo sabemos, desconocía que tuviera “posesión alguna”, por lo que la sensación de pérdida no existe, aunque sí la posibilidad de tener “propiedad”, que le hubieran entregado, sin que supiera que tal “bien” estaba en su poder.

En caso de que quien sabemos (y ocultaremos), intuyera que podría estarse perdiendo algo, no le dio importancia, porque interés no ponía, tal vez porque lo conocido hasta el momento (muy poco) no fue suficiente (calidad), para despertar la curiosidad de conocer mucho más.

Quien no ha perdido nada, aún puede ganar mucho. Quien cree que algo es muy bueno, quizás no sepa que puede ser mucho mejor, o se esté engañando.

To be continued… o no.



23 agosto 2009

Sandías

En esta región extremeña, la ingesta de la sandía sigue un proceso muy similar en todos los hogares, que suele producirse al mediodía, cuando todos los miembros de una familia se reúnen para comer.

1.- Colocación del manjar.

La ubicación que se le da a la sandía, es en el centro de la mesa, para que todos puedan verla bien y seguir el proceso sin dificultad alguna.

2.-Control de calidad del género.

Se golpea la sandía con los nudillos. Dependiendo del sonido que ésta emita, que puede ser de “muy hueco” a “levemente hueco”, se determinará “a priori”, si la sandía es “buena” o “mala” (para evitar sorpresas, es aconsejable que esta misma operación se lleve a cabo en el punto de venta del producto).

3.-Corte y confección

Se introduce la punta del cuchillo (cuanto más grande sea éste, más limpio saldrá el corte de la “tajá”, en extremeño, o tajada). En este paso es importante tener en cuenta dos factores: si al introducir el objeto cortante, sale un poco de líquido rosado y el crujir de la carne. Si se dan éstas dos circunstancias, la fruta “está para comerse”. Si por el contrario no sale jugo y no cruje lo suficiente, está “pasada” (o demasiado hecha).

4.-Vista y olfato.

Una vez la sandía está partida en dos mitades, se observa su color y se percibe su olor. El rosado degradado a blanquecino y ligero aroma, es síntoma de que la sandía es “esaboría”. El rojo pasión y fuerte fragancia a fruta tropical, indicará que es “sabrosa” o “jugosa”.

5.- Degustación.

Último y definitivo paso. Se completa el proceso cuando el diente es hincado en la fruta. Hay quienes, llegados a éste punto, se ayudan de un cuchillo o navaja, para quitar las pipas antes de probar la sandía. Para una degustación satisfactoria, es aconsejable morder la sandía con pipas incluidas y una vez se haya separado en el interior de la boca las mismas de la carne, expulsarlas sobre un plato, o en su defecto sobre la mesa con cuidado de no apuntar a nadie.

En la ingestión de la sandía, los comensales llegan a la conclusión de que la fruta es engañosa, pues el sonido, el color, y el crujir, sólo son conjeturas que no se sostienen en base sólida, y siempre habrá alguien a quien le guste mucho (“esta tajá ha salido buena”) y alguien a quien no le guste tanto (“pues mi tajá no tiene mucho gusto).

Nota de la autora: El proceso también resulta útil para la degustación del melón.

16 agosto 2009

Agosto en ciernes

Esta vez os dejo una versión que no conocía de un tema que me gusta mucho.
Con treinta y cuatro grados en el interior de casa (y aún no ha caído la tarde, que es cuando el horno empieza a funcionar a todo gas), no se me ocurre nada sobre lo que escribir.

Hace dos días que no pienso, y si he pensado algo en las últimas cuarenta y ocho horas, no me acuerdo. Tampoco he puesto demasiado interés en escribir algo. Estoy agotada. Una parte de mí está derretida en el suelo (que es de gres y resulta refrescante cuando no llevas demasiado tiempo tirada sobre él), la otra parte sale del paso (sigo empeñada en no dejar que mi voluntad flaquee y llevar a cabo aquello que me propuse hace un año y ocho meses, ser constante con el blog) con este tema de Queen.

He empezado a irme un poquito, como otros antes que yo hicieron, pero seguiré aquí por si regresan o regreso.


09 agosto 2009

Tal día como hoy


Amanecía cuando asomó la cabeza al exterior.
Afuera la temperatura era algo más fría que el lugar donde había pasado los últimos meses, pese a ello, aquel era el momento adecuado para dejarse llevar por las corrientes marinas y enfrentarse a los peligros que le acecharían en adelante.

La pelusilla rubia del bigote se ladeó ligeramente. Arrugó la cara enfurruñado. No estaba seguro de que aquello le fuera a gustar, demasiada luz cegaba sus ojos, pero ya no había marcha atrás.

Un hombro, seguido del otro y luego los brazos. Iba saliendo poco a poco, para irse ambientando. Los pies delimitaron los dos mundos; al que ya no volvería, y al que pertenecía.

Era alargado y rollizo, algún día tal vez, un barítono por el potencial vocal que ofrecía. Voz descontrolada, que educada, le conducirían a los teatros más importantes de Europa.

Pronto se hizo sabio. Su camino no era el cante, sino el aprendizaje y observando, reteniendo y aplicando, se convirtió en uno de los Grandes Maestros de las Ciencias Escondidas (y a veces ocultas), y los demás en aprendices (algunos aventajados).

Ocurrió hace años (tantos, que la vida aún no me había alcanzado) y lo que sé, es lo que me contaron y lo que os cuento lo que sucederá el quinto día de la semana que amenaza con atraparnos.

UNO de los Grandes Maestros de las Ciencias Tímidas, conmemorará su centenario (quizás sólo unos pocos menos de la mitad). Algunos estaréis descubriendo quien es hoy; otros, llegasteis aquí, porque cierto día primaveral, tuvo la osadía de desvelaros un secreto de cierta discípula avanzada, que desde entonces ha buscado el modo de vengarse. Secreto por secreto.

En tan memorable día, que los versos salgan de vuestras plumas y las plumas sobre papiro escriban, como lo hacen los míos:

Gran Maestro de las Ciencas Temerosas, una rosa, es una rosa, no la cojas a menos que peligre tu vida, o peligro correrán tus dedos. Que los años te acompañen con flores sin espinas.

En caso de disponer sólo de teclado y monitor, podéis dirigiros a:
http://cachosdevida.blogspot.com/, para dejar vuestros poemas o bien hacerlo en este post.

02 agosto 2009

De ruta


Soy enemiga de fiestas, borracheras y multitudes.
Abstemia declarada, aunque no siempre fue así. Cuando era pequeña, a veces me daban un vasito de quina Santa Catalina, para que me abriera el apetito, pues mala comensal he sido siempre y a estas alturas, no voy a ampliar mi particular abanico de alimentos mezclados cocinados, pero tan nauseabundo líquido burdeos, lo único que hacía era revolverme el estómago, y recordando aquellos trágicos momentos de la ingesta, retorcijones noto en zona abdominal, donde bondades debería proporcionarme el cercano olor a chocolate que percibo.

Este fin de semana (el mismo en el que un lustro se cumple desde mi llegada aquí), en este paraje del interior situado al sudoeste de la península, se celebra, como ya viene ocurriendo en los últimos tiempos por beneplácito del señor alcalde, sus concejales, y el señor cura, “La ruta de las tapas” en la plaza del pueblo, que consiste en que los bares desempolven sus stands, para que los autóctonos (y lugareños de otras poblaciones cercanas llegados en autobuses fletados), vayan “de bar en bar”, bebiendo y picando, hasta acabar tirados por cualquier parte (incluso en rincones inhóspitos), rodeados por vasos de plásticos, orines y botellas de cristal rotas en el suelo, espectáculo al que asistimos por la mañana, los que pagamos involuntariamente a través de impuestos, las brillanteces del terrateniente amigo de las aves, sobre todo cocinadas en un plato después de haberlas dado muerte en campo abierto.

Dicen lenguas variadas, que el señor cura (gobernante de la iglesia de la plaza dónde todo discurre), discurso corto ofreció a los asistentes a una boda, achacando su brevedad ante los presentes a que había tenido que retirarse de la ruta, para bendecir matrimonio, y a ella debía volver, para seguir festejando tan importante día del alcohol.
Numerosos ojos le vieron después lucir una camiseta blanca en la que rezaba: “La ruta de las tapas”, con todos los logotipos de los bares colaboradores, y un pañuelo rojo a lo sanfermínero. Pues fiesta no bendecida, fiesta maldita.

Analizando la preocupación de los del poder, por mantener a sus habitantes hidratados una vez al año, y sólo pensando en ellos, resulta más rentable invertir capital en emborrachar al pueblo (parco en ideas), que en sustituir los ordenadores de más de veinte años a los que los niños dan uso en la biblioteca, no vaya a ser, que una de las criaturitas salga inteligentilla, y el día de mañana sea la alternativa a las tapas y el alcohol, desplazando al “único pensamiento”.

26 julio 2009

Vida interior

Me levantaba sola por las noches y caminaba por la casa en la oscuridad, con la mirada vacía, en ojos cristalinos. Mis pasos no tenían destino. Sólo caminaba con los ojos abiertos, bien abiertos, apenas sin parpadear.

A esas horas, a veces altas, una o varias misiones me eran encomendadas y a lo Lara Croft (pero en pijama), me enfrentaba al peligro sin temerlo, pues consciente de él no era, hasta que dicha misión (misiones) era cumplida. En el transcurso de la misma, me detenía en el baño (la Croft también lo hacía antes de eliminar a los malos con tres patadas y cinco piruetas en el aire), hacía lo que tenía que hacer para sentirme mejor, y mi particular aventura empezaba.

La exploración de nuevos horizontes era esencial para reconocer el terreno (solo que hacerlo descalza en la calle resultaba altamente perjudicial para mis pies y mi integridad física); buscaba el medio de transporte adecuado (un burro resultaba lo más barato en el comedor de casa), y perseguía mi objetivo (buscar setas debajo de camas ajenas).

De pronto, unas voces empezaban a interrogarme. Les contestaba escuetamente. Dar más información de la necesaria al enemigo, podría conducirme al fracaso. Las voces me hablaban despacio, no tanto como yo les respondía, e intentaban manipular mis acciones. Llevarme a su terreno… Y lo conseguían.

Los que alguna vez hemos sido sonámbulos no caminamos con los ojos cerrados y los brazos extendidos (leyendas creadas). Vemos y oímos, aunque estemos dormidos (inconscientes) y nuestra vida no peligra si nos despiertan, si acaso, peligra la de los demás por habernos despertado.

Vivimos los sueños activamente durante la noche, y durante el día no los perseguimos despiertos, porque nadie mejor que nosotros para saber, que los sueños, cuando se alcanzan, se convierten en pesadillas.

19 julio 2009

Literatura

Inicio la lectura de un nuevo libro.
Siempre sigo el mismo ritual. El día que acabo de leer uno, empiezo el siguiente. Previamente lo he abierto unas cuatro o cinco veces; lo he olido otras tantas (me gusta el olor a imprenta que se desprenden de las páginas) y he leído las dedicatorias (casi siempre dirigidas a personas que ya no están).

Parte Primera: “Canción del pene amputado”.
Es tarde, tengo la vista cansada. No leo bien. Me restriego los ojos para liberarlos de un poco de fatiguita. Resulta graciosa la confusión.

Parte Primera…
Los ojos se me abren como platillos. Ni rastro del cansancio. ¿Pero esto no iba de un religioso asesinado en tiempos inmemoriales? La elección del libro no tuvo nada que ver con mi falta de fe eclesiástica (como tampoco fue determinante en ”Ángeles y Demonios” o “La abadía de los acróbatas”, en la que algunos hombres y mujeres de Dios, emprendían el viaje eterno). La sinopsis me pareció interesante, en la línea de “El nombre de la rosa”, pero sin crearme grandes expectativas al respecto, pues Umberto Eco, es insuperable.

Tras leer el título de la Parte Primera (varias veces), recuerdo “La cuarta mano” (no desvelaré cual es esa otra mano), de John Irving, donde también aparecían miembros amputados, aunque no les dedicaran una canción.

Capítulo I: Canto I.
Hojeo el libro por encima por si hay más cantos o partes del cuerpo perdidas, y asisto al descubrimiento de hasta seis odas más. El mismo tiempo se hubiera empleado en la creación de una opereta al inerte desaparecido, que son más populistas y llegan a todo hijo de vecino, pobre o rico, pero quiso la autora, que los cánticos quedaran en la Iglesia, y de las paredes más allá, sólo rumores infundados de buenos para nada (mi frase favorita de las telenovelas sudamericanas) .

“Amigas mías, os diré qué es lo que hace especial a un hombre. ¡Se trata, ni más ni menos, de ese cuerno con el que proclamamos nuestras pasiones más profanas! ¡De ese rabel que emite tan dulces melodías al contacto con vuestros dedos, bellas damas! Perder este preciado instrumento (más precioso para mí, os lo aseguro, que la viela que canta tan armoniosamente bajo mi arco), perder este tesoro es perder toda hombría.”


Fragmento del segundo párrafo… Ni rastro del sacerdote muerto. Algo dejó de existir, sin duda, algo que no está pegado a su dueño (como el hombre a una nariz pegado, de Quevedo), y entorno a ese algo, gira una historia que apenas comienzo, escrita por una mujer ¿malhumorada? ...

12 julio 2009

Gilbert


La primera vez que oí hablar de Gilbert, fue de pasada. Quien lo mencionó, resultó esclarecedor, pero yo no podía creerlo, porque hay cosas que no pueden ocurrirme a mí (sobre todo si son buenas), por ser yo (insensatilla de mí):

“Entre tú y Gilbert existe una conexión que podemos establecer en una exhaustiva investigación”.

La investigación exhaustiva no llegó hasta tres años más tarde, cuando mentes inquietas trataron de descubrir porque mi piel no era amarilla (será que entre las lenguas que domino, no se encuentra el mandarín), teniendo los índices de bilirrubina rebasando el doble de lo recomendado (a Juan Luis Guerra, le subía y bajaba, dependiendo de si a quien él miraba, no le miraba).

Cuan conejillo de Indias (o de Cuenca, que también los hay), me sentí observada por cuatro ojos doctorados que se susurraban entre sí.

“Es curioso… no presenta un aspecto amarillento (insisto, para eso debería haber nacido en la parte del mundo correspondiente); esos dos faros que alumbran a los barcos el camino de regreso a casa, son tan blancos como la luna lo fue alguna vez (a la naturaleza gracias. Con las córneas canario y el color de mis pupilas, los faros iban a lucir la bandera brasileña a la inversa, y hasta donde mi entendimiento rinde, que es bien poco para la actividad que puede llegar a alcanzar si el tiempo me lo permite, no se me da bien la samba); su rostro es rosado como el de una manzana (sí, la que envenenó a Blancanieves… Deteniendo el pensamiento, mejor que acabando comiendo perdices con un príncipe soso, quietecita hubiera ofrecido un buen servicio social a los enanitos en sus pequeñas fantasías); y sus manos no tiene el color de los pollos… (se admite el cambio de género al gusto del consumidor).

Esta semana he sabido que Gilbert lleva conmigo cuatro años (como en aquel tiempo insinuó a quien no hice mucho caso, pues Gilbert me sonaba a película de Dicaprio (mi adorado Leo, a pesar de la fuerza de la gravedad, ¿“A quién ama Gilbert Grape?”), y estaremos juntos siempre. Nunca volveré a estar sola. Somos inseparables.

Gilbert es un síndrome sin importancia, de carácter crónico, que produce fatiga (atroz agotamiento); se detecta entre los 20 y 30 años (que nadie haga cábalas sobre mi edad porque la cambio cada año) y es muy común entre personas judias y extremeñas en un 5% o 10%... Siendo catalana, es como si me hubiera tocado la lotería sin haber vivido en Sort… Es hereditario (ahí la explicación).

Desde que tiene nombre, le he tomado cierto cariño (aunque sea prematuro) y me estoy acostumbrando a él paulatinamente, pese a que cuando se hace notar, acaba con todas mis reservas vitamínicas, y el suelo me parezca un buen elemento por el que arrastrarme. Pero incluso en esos momentos, me siento un ratito con él, y cuando se desvanece su ira, soy yo quien domina a mi querido Gilbert.

05 julio 2009

Humor


No me gustan los chistes. No me hacen gracia, será porque no tengo el sentido del humor desarrollado, y ni siquiera encuentro graciosos los gags o sketchs de los dúos humorísticos que programan en la tele, en las vísperas de los fines de semana, para que la gente se ría o en casos excepcionales como el mío, cambien de canal.

Si me ciño a la traducción literal de los términos importados, tan modernitos nosotros, que hablamos el castellano más sofisticado de los últimos tiempos, y así es habitual oírnos decir kleenex; atrezzo; sitcom; toilet; rec; reset; on; off; outlet… e incluso importamos celebraciones (que ni nos van ni nos vienen), Halloween, y personajes, Santa Klaus… Decía, antes de volverme ácida, que mi poca gracia, no resulta tan extraña, si me ajusto a la traducción de las palabras con las que denominamos esas escenas graciosillas (para el que se ría), mordaza y bosquejo. Si un gag no me divierte, una mordaza tapa mi boca y si un sketch, me causa el mismo efecto, un bosquejo de algo que promete, pero que no llega a culminar se está produciendo.
Siendo norteña, prefiero el sarcasmo; la ironía (las malas ideas también) y el humor inteligente (o inteligible), a la risa fácil y previsible, pese a que me tachen de seria, que un rato largo lo soy.

Esto, sólo era el preámbulo a Les Luthiers y su característico buen humor, de ese que me puede arranar sonrisas e incluso carcajadas.



28 junio 2009

Experimentando...


Me inicio en las redes sociales (sólo en una, más de una sería demasié para una principiante tan poco entusiasta como yo), de las que tanto he oído hablar y las que nada me atraen… Pero en un momento blanco, de esos en los que todo lo previsto se trunca o simplemente lo que se trunca es la voluntad a favor de la escasa inquietud por saber de qué va eso sobre lo que todos tienen algo que decir, me registro en la más conocida por mis oídos.

Allí me encuentro (sorpresivamente) con casi todos mis contactos de mensajería instantánea, cuyo gusto por la variación social en internet desconocía, y oculto mi presencia, o más bien no la vocifero (pues oírme no podrían), con el fin de observar y aprender, antes de hacerme ver.

Descubierta soy por uno de ellos (ignoro cómo, dados mis nulos avances en tales lindes), y abordada al poco con una invitación de amistad (vamos a oficializar que somos amigos practicantes en la red, aunque en consideración mantengo, que la amistad es otra cosa, distinta a los vínculos que se establecen en la red, así estos celebren años).

El primer amigo virtual en este terreno, era el único que conocía mis aproximaciones hacia la sociabilidad en banda ancha, pues le había confesado mi acción registral, y en una semana, tengo dos amigos. Ya formo parte de la red, aunque no estoy muy segura de si me gusta la idea, incrédula de mí.

En exhaustiva investigación (curioseando), localizo a varios compañeros del instituto, y mientras van apareciendo nombres que me resultan familiares y cuya identidad de algunos de ellos voy confirmando al ver las fotos que los acompañan (el tiempo a veces es injusto), pienso en las personas a las que no me gustaría volver a encontrar. El pasado, pasado está, indagar en él, puede llegar a ser peligroso en el presente.

Me reconocen, o recuerdan y los mismos mensajes con breves variantes, me llegan cuando contactan conmigo compañeros (a los me unió una amistad pasajera o mal alimentada, en algún caso), más de doce años después: “No sé si eres tú, pero estudiamos en… “,“Creo que nos conocemos, fuimos juntos al instituto…”, “¿Me recuerdas? Soy … y si eres quien creo, íbamos a la misma clase…” Y yo pretendiendo pasar desapercibida… Debería haber dado un nombre falso.

Resuelvo sus dudas y su inquietud por saber si aún les recuerdo, si fueron lo suficientemente importantes en esa época como para que hayan permanecido en mi memoria, intuyo que intentando recuperar una parte de sí mismos perdida, y lo cierto, es que no he pensado en ellos hasta ahora (como ellos no lo habrán hecho hasta que me vieron), pero no me disgusta haberme reencontrado con ellos. A un paso ha estado de ser grato.

Poco a poco, voy haciendo uso de la virtualidad social, aún así, estos intercambios en red, siguen sin causarme mayor efecto que el ácido acetilsalicílico en dolores dentales.

Mi vida, ésta, no va a cambiar porque aparezcan en ella personas de mi otra vida, aquélla. Echar la vista atrás, te convierte en estatua de sal; mirar hacia delante, te permite ver los caminos que aún quedan por recorrer.


21 junio 2009

Declarante

Nueve y cuarto de la mañana. Llego puntual.
Nueve y diecisiete minutos de la mañana, casi son puntuales.
Me acerco a la mesa número cinco, como me indica el monitor colgado de una de las paredes de la delegación de Hacienda y la voz robótica de la señora con Peta Zeta en la boca. Tomo asiento cuando el rostro delgado de Jeremy Irons a lo cañí, me lo indica con un movimiento de cabeza, pues ocupada tenía la voz en conversación telefónica de interés escaso para mi persona (resto de la humanidad y mundo animal).
-¿Cuál es el motivo de su consulta?
“Declarar”

Le expliqué –sin pelos ni señales, pues el tiempo apremiaba y yo temía no llegar a tiempo al trabajo-, que el borrador de la declaración de la Renta que solicité un mes y medio atrás por internet, había sido enviado a mi antigua dirección de Barcelona (donde, desde hace cinco años, habitan otras personas que probablemente ni saben quién soy, y en cuyo poder, o en poder transferido, se encontrará todo mi historial fiscal 2008).
Nombre completo…
Fecha de nacimiento…
Estado civil…
Y llegó la pregunta… ¿Su asignación tributaria es a favor de la Iglesia Católica u Otros Fines Sociales?
No tardo ni medio segundo en contestar, pero soy consciente en ese imperceptible intervalo de tiempo, de que acaparo toda la atención de Jeremy. And the answer is... (un poco de suspense Hollywodense al estilo de And the Oscar goes to… Suenan tambores africanos):
-Otros Fines Sociales.

Irons fija la vista en el monitor, del que no la retira en adelante. Me aseguro de que el ratón marca la opción seleccionada, entendiendo que tras la crueldad de mis palabras, el cerebro de mi interlocutor asimile con menos rapidez las acciones a desarrollar: click.
Desde ese momento, el hacendoso, adopta una actitud despectiva que no me sorprende en tierras de arraigadas creencias religiosas, y mucho menos después de haber osado profanar su mundo fantástico, en el que por seguro doy que tiene una amplia colección de capirotes.
-¿Quiere añadir algo?
Le muestro el “algo” a añadir. Una pequeña variación en el borrador, que con tanta atención observa el cañí sudoestero.
Más austeridad (rostro de Jeremy compungido). Mi existencia en la silla es nula. Soy aire… me gustaría ser esa clase de aire que sale a presión y abundar en sus fosas nasales.

Varios pensamientos por segundos en mi cabeza. Las personas que estamos de cara al público, no podemos permitirnos variar nuestro comportamiento, aunque lo que oigamos no nos guste, o sea totalmente contrario a lo que pensamos, pues todos tenemos el derecho a elegir qué doctrinas regirán nuestras vidas y debemos respetar las decisiones tomadas por los demás… Mi pensamiento no es tan profundo a esa hora de la mañana, lo es ahora, en la distancia, pero al salir de la delegación, después del gruñido con que Irons me despide ("hasta otra ocasión y que sea bien larga", leí en su mente), de camino al trabajo, resolví que estaba atacando justamente lo que defendía.

Si libres somos en nuestras elecciones y manifestaciones de las mismas, aceptar debería que alguien muestre su disconformidad respecto a mis “creencias – descreencias”, a través de la indiferencia y la austeridad.
Jeremy Irons cañí, únicamente estaba expresando su desacuerdo a través de sus gestos o falta de ellos, y si censuro su actitud, estaré apropiándome (indebidamente) de una línea de pensamiento que no me pertenece y que enterita se la entrego, para evitar en un despropósito, confundirme y hacerla mía.

14 junio 2009

La explicación


Aún siendo la autora “material” del post, ésta vez la idea no fue mía, sino de uno de los Grandes Maestros de las Ciencias Escondidas, que puso en mi conocimiento fotografías que habían salido publicadas en El País, y en las que Berlusconi aparecía acompañado en Villa Certosa, por jóvenes tan acaloradas por las temperaturas de la Cerdeña en pleno mes de abril, que obligadas se vieron a quitarse la ropa y refrescarse en la piscina, evitando perecer antes de cumplir la mayoría de edad, así como hicieron el resto de los invitados.

Modositas entraron en la propiedad del presidente italiano, con sus abrigos y botas hasta las rodillas, pues el anfitrión no tolera que se muestre más piel de la estrictamente necesaria para que ningún compatriota se ofenda y salvaguardando así el pudor de los mismos, mandó a cubrir el seno de la rolliza del cuadro “La verdad desvelada por el tiempo”, que pende en la sala de prensa del Gobierno italiano. (Veáse más información en http://cachosdevida.blogspot.com/2008/08/la-teta-de-belusconi.html ). Cuentan, que el autor del mismo, Tiepolo, despertó del sueño eterno para defecarse varias veces sobre Silvio, y volvió a dormirse a regañadientes.

Sólo Dios sabe, en conversación privada con el presidente, lo que éste le rogó, para que sus invitados no se convirtieran en cadáveres bajo el sol de la isla mediterránea, y consintió en que pusieran a salvo sus vidas con el despojo de sus ropas, pues si escandaloso resulta la interpretación de unas imágenes, que no son lo que parecen si no lo que se ve, (jóvenes a punto de dejar de respirar) por parte de mentes malintencionadas; los fiambres repartidos por la casa, le hubieran hecho tener que inventar algo rápido, que no perjudicará su reputación, y la cabeza no piensa cuando el calor apremia, pues las neuronas apegostradas están.

Irritada la consorte del primer ministro -que de insolación no sufrió, pues anunciados no le fueron los días primaverales y ausente permaneció, no peligrando su integridad- tras mal creer lo que muchos dimos por hecho (las criaturas tuvieron que tumbarse a que les diera un poquito el sol, después del susto. Todos los días no se está a punto de cambiar de barrio), pide el divorcio al presidente, tachándole de inmoral y frecuentador de menores, sin lugar a dudas, con fines instructivos, en caso de que dichas acusaciones sean ciertas.

Pluralidad. No ataquemos al que no limita libertades (exceptuando la elección de una muerte digna), y sigamos su ejemplo; pongámonos el mundo por montera y vivamos sin complejos aunque sea de forma equivocada.