19 julio 2009

Literatura

Inicio la lectura de un nuevo libro.
Siempre sigo el mismo ritual. El día que acabo de leer uno, empiezo el siguiente. Previamente lo he abierto unas cuatro o cinco veces; lo he olido otras tantas (me gusta el olor a imprenta que se desprenden de las páginas) y he leído las dedicatorias (casi siempre dirigidas a personas que ya no están).

Parte Primera: “Canción del pene amputado”.
Es tarde, tengo la vista cansada. No leo bien. Me restriego los ojos para liberarlos de un poco de fatiguita. Resulta graciosa la confusión.

Parte Primera…
Los ojos se me abren como platillos. Ni rastro del cansancio. ¿Pero esto no iba de un religioso asesinado en tiempos inmemoriales? La elección del libro no tuvo nada que ver con mi falta de fe eclesiástica (como tampoco fue determinante en ”Ángeles y Demonios” o “La abadía de los acróbatas”, en la que algunos hombres y mujeres de Dios, emprendían el viaje eterno). La sinopsis me pareció interesante, en la línea de “El nombre de la rosa”, pero sin crearme grandes expectativas al respecto, pues Umberto Eco, es insuperable.

Tras leer el título de la Parte Primera (varias veces), recuerdo “La cuarta mano” (no desvelaré cual es esa otra mano), de John Irving, donde también aparecían miembros amputados, aunque no les dedicaran una canción.

Capítulo I: Canto I.
Hojeo el libro por encima por si hay más cantos o partes del cuerpo perdidas, y asisto al descubrimiento de hasta seis odas más. El mismo tiempo se hubiera empleado en la creación de una opereta al inerte desaparecido, que son más populistas y llegan a todo hijo de vecino, pobre o rico, pero quiso la autora, que los cánticos quedaran en la Iglesia, y de las paredes más allá, sólo rumores infundados de buenos para nada (mi frase favorita de las telenovelas sudamericanas) .

“Amigas mías, os diré qué es lo que hace especial a un hombre. ¡Se trata, ni más ni menos, de ese cuerno con el que proclamamos nuestras pasiones más profanas! ¡De ese rabel que emite tan dulces melodías al contacto con vuestros dedos, bellas damas! Perder este preciado instrumento (más precioso para mí, os lo aseguro, que la viela que canta tan armoniosamente bajo mi arco), perder este tesoro es perder toda hombría.”


Fragmento del segundo párrafo… Ni rastro del sacerdote muerto. Algo dejó de existir, sin duda, algo que no está pegado a su dueño (como el hombre a una nariz pegado, de Quevedo), y entorno a ese algo, gira una historia que apenas comienzo, escrita por una mujer ¿malhumorada? ...

7 comentarios:

Uno dijo...

Ufff, creo que te ha pasado con ese libro como a mi con algunas de las películas que "elijo" sólo por el titulo: ¡vaya chasco!

Lo mismo con el paso de las páginas mejora... dale un margen.

Lo mismo al principio la autorá está sólo de "pitorreo" :-)

Fiebre dijo...

Dani, dani...
Mira que yo me lo tomo todo muy "en serio".

(Inciso: Me he identificado contigo en eso de "leer, oler, leer la sinopsis y las dedicatorias". Lo hago en un pis-pas y atesoro el libro para abrirlo con adoración cuando tenga tiempo)
Pero como me he identificado contigo, prefiero leer una amputación de pene, a la amputación que sé positivamente que me van a hacer de Cappa en el libro que tengo pendiente.
Fotos trucadas, de autoría de su novia (eso sí que me lo creo).
Total, que antes de los tiempos del photoshop ya habia "picardía".
Después no quieren una humanidad cínica...

Aureliano Buendía dijo...

Que tendrá la léctura que para algunos supone tanto. Yo en mi mesita de noche tengo siempre 3 o 4 libros y en función de mi estado de ánimo leo uno u otro.

Ahora estoy con una novela de Forsyth en inglés que me está costando digerir con tanto lenguaje técnico...

Espero que el veranito bien.

Un beso desde Macondo.

sofiasaavedra dijo...

"No digas que fue un sueño", me impacto a los catorce años tanto, que dejé de leerlo. Al cabo de los año, me encandiló, y ahora es uno de mis libros emblemáticos.

Para leer determinadas cosas, hay que encontrarse en el momento propicio. Ya no me pierdo lecturas, ahora las aplazo.

Un beso.

Pd: a pesar de todo, hay libros con los que no he podido, será que el momento no quiere llegar.

carlosideal dijo...

Las mujeres con una pluma, sois más peligrosas que con un arma.

Seguro que cuando escribió sobre el amputado estaba pensando en alguien en concreto y que él sabe que ella considera que lo que tiene no vale nada :)

Un beso, ácida.

zimbagüe dijo...

El libro en cuestión promete, aunque no sé aún muy bien el que.

Ocurre en todos los ámbitos, que uno cree una cosas y luego resulta ser otra muy distinta, solo espero qeu sea mejor que las expectativas que te creaste.

Un beso.

Daniela Haydee dijo...

UNO: los libros elegidos por confusión, me los termino todos (incluso alguno que otro que me recomendaste :)), para ver si mejoran, pero las pelís me las dejo a medias si no las estoy viendo en el cine... De hecho, desde que me estafaron con "El amor en tiempos de cólera", no he vuelto a ir. Pagar por pagar, es absurdo.

Saludos desde el sudoeste.

FIEBRE: lo uno por lo otro. Que fortuna poder elegir. Sólo puedo decirte, que te sea leve el padecer de esa amputación anunciada.

Pd: amputación es una de las palabras más feas que existen.

AURELIANO BUENDÍA: yo no podría leer tantos libros al mismo tiempo. Soy una veleta y mi estado anímico varia en función del transcurso del día.

Admirable esa capacidad tuya de absorver lecturas :)

Un beso.

SOFÍA SAAVEDRA: tienes más razón que un Santo, pero un santo de los de verdad, no estos pseudo-santos de hoy en día.

Lo de aplazar lectura, lo pondré en práctica hasta que no tenga más remedio que ponerme a ellas.

Besos.

CARLOSIDEAL: algunas, hasta somos perversas, pero el género masculino no peligra porque dejemos ir nuestra mente, sobre un documento word.

Está empezando a caerme bien al autora.

ZIMBAGÜE: mis expectativas suelen ser tan altas, que pocos libros las alcanzan. Me lo tomaré con calma.

Un beso.

Me complace sobremanera que seais tan buenos lectores todos además de tan buenos opinadores. ¿Qué seríamos sin la literatura?