01 febrero 2009

Munt d'ossos


Barcelona, 1986. 6º E.B.G.


No recuerdo que día de la semana era; ni recuerdo a todos los compañeros de ese curso; ni con quien me sentaba esa vez. Tampoco recuerdo que ocurrió el resto de la jornada; pero sí que era por la mañana, y que el otoño había alfombrado, de hojas abatidas por el déspota viento, el patio del colegio.

Asignatura de Lengua Catalana. Habían transcurrido unos minutos de clase cuando Miquel (el profesor) se acercó a Pepe, el esqueleto que franqueaba la puerta del aula, al que en invierno le poníamos un gorro de lana para que no pasara frío (por la cabeza se pierde el 60% de calor), y empezó a decir que, (si hubiera pasado menos tiempo con las musarañas, tal vez ahora podría desvelar porqué se desvió del tema, pero será una incógnita que permanecerá oculta en la eternidad) cuando nos enamoramos, lo hacemos de un montón de huesos y que debíamos ver a la persona que nos gusta como lo que realmente es: un amasijo de vasos sanguíneos, vísceras y ramificaciones.

Con arcadas palpitándome en el estómago, pues susceptible soy, miré con suma discreción (guardar las apariencias se me daba bien, para salvaguardar mi intimidad del dominio público) al niño por cuyos huesos sentía gran interés (estrictamente sociológico, por supuesto), el más guapo de todos (no lo era, pero en estados enajenados, la práctica del subjetivismo es muy común, y a mí me parecía que era un hermoso Adonis. Años más tarde, pensaría lo mismo de otros), imaginándomelo desnudo… ¡MALPENSADOS TODOS! No sin ropa (en la mente de una niña de once años de mi época, las fantasías tenían límites que no se traspasaban. NUNCA. Ingenuas nosotras), sino sin piel. Una estructura ósea sentada en la fila de al lado, mirando al profesor con el mismo entusiasmo que yo había demostrado en mi paseo por el limbo al comienzo de la clase, y mi pensamiento se hizo poesía: egggs.
Mi breve desencanto duró lo que tardó el timbre en sonar.

Prosiguió Miquel (rodeando los hombros de Pepe con el brazo) con su exposición particular, custodiada por una sonrisa sarcástica… “cuando queráis olvidar a alguien, os resultará más fácil si pensáis en lo feos que somos todos por dentro (¡lo que daría por saber porqué introdujo esa variante en la lección!). Lo que amamos es solo fachada, lo que no vemos es lo que somos…”, son las palabras que pronunció (probablemente no con exactitud).

Es día fue decisivo para los que les seguirían.
A partir de entonces empecé a prestar más atención a la asignatura, por si a Miquel se le ocurría descubrirnos otra cruel verdad a nuestra tierna, temprana y añorada edad, pero ninguna fue como aquella, eso sí, mis calificaciones aumentaron; aprendí que todos, absolutamente todos, somos iguales, huesos y carne, y que la belleza es relativa (Pepe era el más guapo de todos, aunque pecaba de exhibicionista); desarrollé una mayor percepción: más allá de lo que vemos en los demás, puede ocultarse algo mucho mejor (o peor),y para conocerlo es imprescindible arriesgar…

Amor y desamor, eje (con frecuencia) de nuestra existencia, en el que intervienen factores en los que no entraré por el momento. Símil del que Miquel se valió (consciente de que empezábamos a despertar a lo que más adelante consideraríamos importante y de nuestra sensibilidad al respecto) para hacernos llegar un mensaje subliminal (el trasfondo de toda aquella perorata): por mayores que sean nuestras preocupaciones, nuestros problemas o nuestro sufrimiento, reducirlo a un munt d’ossos (montón de huesos), funciona… al menos temporalmente, ganándole la batalla al tiempo (equivalente a la capacidad de reacción ante las adversidades).

11 comentarios:

Uno dijo...

Se que no te gustan, ni te va a gustar pero no podía comentar sin poner está canción.

Miquel tenía y supongo que tiene una visión muy práctica y materialista. Según mi criterio, gran parte de razón llevaba, pero los huesos no lo sustentan todo y no es sólo la vista con lo que percivimos a los demás. Hay mucho más que émana de ser visceral que no se puede reducir a un conjuto de organos y esqueleto.

Saludos

P.D. ¿El "majete" de turno era "el chocolate"? :-) Creo que habia un Jordi ligado a ese mote, pero es más una sensación que un recuerdo fiel. Por cierto, Jordi, xocolata, un saludo si no estás leyendo.

Anónimo dijo...

Qué recuerdo tan bonito!

Yo también tuve un profesor que se ponía a decir cosas rara en mitad de la clase, y después de leerte, creo que a lo mejor también iba con segundas.

Me ha encantado el post, sobre todo la lección de tu profe, reducir lo grande a insinificancias.

Besos.

Daniela Haydee dijo...

UNO: según mi lectura de todo lo que dijo Miquel aquel día (algunas cosas me las reservé), los huesos en realidad eran una metáfora de "poca cosa", así como cada palabra empleada. Claro queda que somos algo más que a lo que nos sintetizó el profesor, pero cierto es, que un montón de huesos también.

Un saludo.

Pd: sí,Xocolata desfeta (chocolate deshecho), pero no de nombre Jordi, ese era otro. Jordi, un saludo de mi parte también (a los tres que conocí en esa época)y un saludo al Xocolata (a quien apodó el Gran Maestro de las artes ocultas).

SOFÍA SAAVEDRA: Gracias. Esos profesores son los que dejan marca y agradables recuerdos. Le debo éste post.

Un beso.

Anónimo dijo...

No soy Chocolate, soy azucarillo, ¿me recuerdas?

En clase teníamos una rata, bueno un hanster de esos blancos metido en una jaula que se llamaba Tico, como el ratón de los dibujos La vuelta en ochenta días. Para talento el nuestro eligiendo nombres.

Tres hurras para el profesor que tan jóvenes os enseñaba lo que es la vida. Estas cosas, mejor aprenderlas de pequeño, para luego no llevarse sorpresa. Eso sí, después de imaginaros a todas desnudas ¡Malpensada tu!, creo que no me gustais tanto.

Un beso, socióloga.

Breuil dijo...

Entonces, cuando dicen que lo importante es el interior ¿se refieren a eso? :P

Saturnino dijo...

Quizás quisiera deciros que lo importante de la gente esta en su interior, hay realmente esta la belleza de las personas; lo de fuera es pura fachada, la que cada uno muestra para ocultar su interior.
Bueno digo yo, a saber lo que quería enseñaros el buen profesor.
Un saludo.

Aureliano Buendía dijo...

que bonito recuerdo Daniela... te he imaginado en t� clase viendo a t� profe Miquel. Veo que te marco lo que dijo.... yo recuerdo alguna frase de alg�n que otro profe que tambi�n me marco y que tambi�n he reflejado en alg�n que otro post.

Un super saludo desde Macondo.

Anónimo dijo...

jo tia k mal rollo eso d ir a klase llo paso mazo d esos rollo
no ai mejo unibersida k la d la kalle ya t digo ai si k saprende kosa d verda k t van ha servi en la vida
a tu profe sele iva un poko la olla ta claro onde este una piva bien maziza q se kite tos los uesos lo importante e k balla bien arregla y sexi asi si k molara

Anónimo dijo...

Con tu recuerdo he vuelto al cole. Algún profesor me impactó en algún momento, pero no por algo que dijera, sino por como era físicamente :)

Quizás lo que tu profe quería deciros es que no merece la pena enarmorarse hasta perder el sentido,porque en el fondo todos tenemos algo muy feo dentro...

Un beso, Da.

Anónimo dijo...

Que crueldad la de ese profesor para con unas inocentes criaturas... Seguro que dejásteis de serlo muy pronto :)

Un beso.

Daniela Haydee dijo...

CARLOSIDEAL: ¡Azucarillo! No te recuerdo en absoluto, pero seguro que eras muy dulce ;)
¡Tres hurras pues por Miquel!

BREUIL: más bien al interior que no se ve pero se presiente...

Un abrazo.

SATURNINO: quiso decirnos muchas cosas para que cada uno de nosotros las interpretara a su manera, dependiendo de la necesidad que teníamos de enteder según que... Creo.

Un saludo.

AURELIO BUENDÍA: No sólo me marcó lo que dijo, sino en el momento de mi vida en que lo dijo, por eso nunca lo he olvidado.

Un beso.

EL YONATAN: Estoy completamente de acuerdo contigo, la mejor escuela, la calle... pero mejor no ir por según que barrios para no aprender cosas malas.

Un saludo.

Pd: eres como el alter ego de cierto maestrillo con un dominio del castellano envidiable.

ZIMBAGÜE: Reconozco que ese día me chocó su exposición, pero en realidad era muy dado a salirse del tiesto de vez en cuando.

Besos.