27 noviembre 2011

El favor


Después de una noche de entrega mutua, al cabo de veinte años se encuentran casualmente. Los dos abandonaron el lugar donde se conocieron hacía años, perdiéndose la pista.

Aquella noche fue la única que pasaron juntos.
Los días que la sucedieron en los que coincidieron en espacio – tiempo, solo se saludaron amistosamente sin mencionar lo acontecido.
Ella dejó de ir a comprar a la frutería cuando se mudó a otro barrio; él dejó de vender fruta en la tienda de sus padres en el último año de Derecho.
Muchas veces pensaron en esa noche que no desvelaron a nadie, sintiéndose unidos por el silencio que no romperían nunca.

Una ciudad distinta, una cafetería cualquiera. Una mirada distraída y ellos de nuevo. Él tomándose un café; ella desayunando en una mesa. Se sonríen en un instante, en un instante aquellos días vuelven...

-¿Qué haces, estudias, trabajas…?
Esa fue la señal de que lo que ella sospechaba desde hacía algún tiempo cobraba sentido en las mejillas rojas del chico. Le gustaba y a ella le hubiera gustado que él le gustase, pero solo le parecía simpático y amable. No le atraía en modo alguno, pero le ilusionaba ser objeto de sus pensamientos. Estaba sola, muy sola, para desmerecer a quien bien la mirase.

Una fiesta en la piscina municipal inaugurando temporada; un vestuario y demasiadas cosas que darse. Ella se sentía en deuda con él por el amor que la dispensaba y quiso recompensarle cediéndose a sí misma, conocedora de lo frustrante que era a la edad de ambos no anidar en el corazón de por quién se suspiraba.

Compartieron un refresco, bebieron de sus bocas.
-Esto no cambiará nada. Es lo que deseabas y yo quería grabar en tu memoria. Mañana volveremos a ser quienes nos hemos olvidado que somos.
La hubiera replicado. No era eso lo que anhelaba, no lo único que buscaba, pero aún quedaba noche por delante para convencerla de que se quedara a su lado.

Él se acerca a su mesa.
En los primeros minutos, observándose con curiosidad se resumen sus vidas: él está casado y tiene dos niños; ella se separó y vive con su gato.
-¿Sabes? No nos hubiera ido mal juntos.- Entonces ella ni siquiera se lo hubiera planteado.
-No me querías…
-Te habría querido te lo aseguro, pero…
-No te habrías enamorado de mí y para ti el amor es fundamental para que las relaciones funcionen, aunque sea justamente lo que hace que se terminen por exceso o falta de él. No aspiraba a tanto, me hubiera conformado con estar contigo de la manera que hubieras elegido.
-Mis viejas creencias han variado….Lo fundamental no es el amor es encontrar a alguien que te quiera.
-Te doy esta noche. Te devuelvo el favor. Para mí no significará nada, pero es el recuerdo al que acudirás cuando te sientas sola.

En la puerta de la cafetería se despiden con un abrazo.
Él le ha anotado en una servilleta la dirección del hotel donde se hospeda.
-Si lo necesitas, ven a verme.

Encierra la servilleta en su puño.
Algunas lágrimas aparecen en sus ojos y en su mente, Roy Orbison interpreta aquella canción del día después.




20 noviembre 2011

Tiempo



Agotada física y mentalmene por las horas prestadas a la "causa laboral", si me dieran a elegir entre aumentar la retribución mensual o días libres, me quedo con lo segundo.


No hay dinero que pague el descanso ni la tranquiladad de no tenerlo que tener todo bajo control para que nada falle.


El tiempo pasa y el mío se escapa...








13 noviembre 2011

PreCampaña


Empieza la precampaña oficialmente, lo que equivale a que los partidos promocionen sus candidaturas ajustándose al periodo establecido para ello, los quince días anteriores a unas elecciones. Sin embargo, tengo la sensación de que con las misivas que se dirigen “los del puño cerrado”, “los amantes de las aves” y demás participantes en esto de hacerse con el poder, continuamente, aún no he vivido un solo día de mi vida consciente (a partir de los tres años desde mi nacimiento y cuando no estoy durmiendo) sin campaña electoral.

El “equipo rojo” cree fehacientemente que permanecerá unos años más al cargo del cortijo, confiados ellos… Todavía no se han dado cuenta de que cada ocho años los españoles cambian sus chaquetas apolilladas por otras que no saben cómo les sentarán.

El “equipo azul”, por otra parte, cree que son los héroes que salvaran y liberaran a la nación (el concepto lo tienen asimilado como el conjunto de españoles capaces de decir “O sea, ya sabes” en la misma frase siete veces) de los plebeyos adinerados que se han cargado España en los últimos años.

Los votantes de los supuestamente “salientes” piensan que las circunstancias no han sido las idóneas para gobernar el país y que hay que hacer uso de la empatía y comprender que se ha hecho lo mejor posible dada la situación global por la que atraviesa el mundo y parte del universo.

Los votantes de los hipotéticos ”entrantes” niegan la existencia de una varita mágica que lo solucione todo en un “tris” si su candidato llega al poder. Consideran que hay que dejar pasar un tiempo prudente de cuatro a ocho años antes de empezar a ver resultados positivos. Ponen el parche antes de que se pinche la rueda.

Veo el debate televisado entre los cabezas de lista, solo el primer asalto, en el segundo me quedé dormida y no porque no me interesen las propuestas de los unos y de los otros, sino porque me aburre soberanamente que tanto el de los "ojitos estreñidos” como el de los “ojitos de ternero degollado” rememoren el pasado insistentemente con tono acusatorio.
Cierto que para entender la situación actual hay que tener en cuenta la historia, pero podrían haber aprovechado la concesión de minutos en la televisión para exponer su programa (en el caso del de los “ojitos de ternero degollado”, no negarlo y justificarlo) en lugar de recriminarse hazañas vistas desde dos realidades distintas.

Tengo claro el voto (las mujeres se lo debemos a Campoamor, los hombres a haber nacido hombres) y mis ideas (en política lo tengo todo bastante claro, pese a que a veces todo parezca difuso).

No cambio mi vieja chaqueta por ninguna nueva que parezca mejor, aunque comprendo que hay quienes lo hagan dependiendo de la conveniencia. Los intereses de cada cual prevalecen por encima de los ajenos… para algunos no hay más ley que esa.

Critico lo que me toca y lo que no querría que me tocase ni de lejos, partiendo de la base de que los errores están al acecho y una vez se cometen, reconocerlos es esencial para subsanarlos.

Conozco los resultados de antemano, no porque tenga dotes clarividentes, sino por la tendencia de las últimas décadas y sé que ocurrirá en las próximas legislaturas.
Somos un país previsible, en eso, no cambiamos.