Desde que empezó la Eurocopa, he oído como en varios medios de comunicación se refieren a la selección española como “la roja”.
No sigo el fútbol, sólo oigo (ya que verlo me crea una de impotencia creciente que me transforma en superwoman “yo lo haría mejor por muchísimo menos y además desentrenada”), los partidos supuestamente importantes porque hay muchas posibilidades de volver a casa (como ha quedado evidenciado en nuestra historia futbolera). Todo lo más cuando gritan GOOOOOOOOOOOOL!, pongo la tele para ver como se fraguó el milagro, y cerciorarme de que no me están engañando.
¿En qué momento dejamos de ser España para ser “la roja”, con todo el despliegue de connotaciones que este color conlleva:
-Políticas: comunismo.
-Hormonales; lo de todo los meses en las féminas.
-Alcohólicas: sangría.
-Alimenticias: gazpacho.
-Astrológicas: mah jong.
-Festivas: domingos en el calendario.
-Asiáticas: bandera de Japón.
-Cinematográficas: Alerta roja.
-Astrales: marte
-Literarias: Stendhal.
Dicho lo escrito, no me identifico con “la roja” en absoluto, y si el que acuñó el término se estrelló con tan brillante (desafortunada síntesis) genialidad, a los que siguen utilizándolo inadecuadamente es para colgarlos un ratito de los pies para ver si se les ocurre algo mejor antes de que les llegue “la roja” a la cabeza… Y “la amarilla” tampoco sirve.
No sé que va a pasar esta noche, aunque lo presiento, y cuando ocurra (se vuelven de Viena seguro), preferiría no ser un color, sólo una habitante más del país dónde nací, España.
¿En qué momento dejamos de ser España para ser “la roja”, con todo el despliegue de connotaciones que este color conlleva:
-Políticas: comunismo.
-Hormonales; lo de todo los meses en las féminas.
-Alcohólicas: sangría.
-Alimenticias: gazpacho.
-Astrológicas: mah jong.
-Festivas: domingos en el calendario.
-Asiáticas: bandera de Japón.
-Cinematográficas: Alerta roja.
-Astrales: marte
-Literarias: Stendhal.
Dicho lo escrito, no me identifico con “la roja” en absoluto, y si el que acuñó el término se estrelló con tan brillante (desafortunada síntesis) genialidad, a los que siguen utilizándolo inadecuadamente es para colgarlos un ratito de los pies para ver si se les ocurre algo mejor antes de que les llegue “la roja” a la cabeza… Y “la amarilla” tampoco sirve.
No sé que va a pasar esta noche, aunque lo presiento, y cuando ocurra (se vuelven de Viena seguro), preferiría no ser un color, sólo una habitante más del país dónde nací, España.