Errores cometemos todos en cualquier ámbito de la vida, pero cuando esos errores repercuten sobre los demás toman otra dimensión.
He tenido un error en el trabajo, subsanable (pero que no debería haberse producido) y sin consecuencias negativas o graves. Errar agudiza los sentidos y hace que actuemos con rapidez y sin ofuscamientos para resolver con la poca eficacia empleada en la consecución del error, el mismo.
Esto me ha hecho volver al día de “actos” y analizar lo ocurrido: hice lo que hice mal sin pensar lo que estaba haciendo, de forma mecánica. Mecanizarse en el trabajo es síntoma de cansancio y tedio, y yo pecaba de ambos… Probablemente volverá a ocurrir (cansancio y tedio), pero ahora estaré más atenta.
Recuerdo que en mi tierra natal (esa que el Mediterráneo bordea), tenía un compañero de trabajo (repartidor de pastelería) que se dejó la puerta de la camioneta abierta y al arrancar a la velocidad a la que solía hacerlo todo (de lo que yo era consciente, “todo” es demasiado de mucho) roció el asfalto de barras de pan y algún que otro dulce que estomago no conocería. Fue un trayecto corto, casi al minuto, por el retrovisor vio que la carretera cambiado el gris por el crujiente.
Los errores no tendrían sentido sin no sucumbieramos a ellos.
Os cedo el testigo.
¿Sois perfectos o tan imperfectos como yo?
28 noviembre 2010
21 noviembre 2010
Acepto
Casarse cuesta siete mil euros en algunas regiones de España, en particular en esta que habito, si tienes una nacionalidad distinta a la española (imaginemos que africana y se nos da bien la danza del vientre) y la fortuna de cruzarte con la celestina (que años atrás pasó por la misma situación que tú y que de la experiencia ha hecho un negocio) que te presentará a tu marido, al que no conocerás hasta el día de la boda (firma de documentos oficiales) y al que pagarás en cómodas cuotas (que te permitirán ayudar a la familia que dejaste en tu país, mantener un alquiler y sobrevivir) para que pueda servir costeándose sus viajes a otras dimensiones, sin moverse del sitio, el importe íntegro de su generosidad infinita.
Supongamos que la conozco y que nos encontramos un día. Le pregunto cómo le va todo y me dice que se ha casado hace unos meses, con media sonrisa y aire resignado.
Dudo que casarse sea una buena noticia, pero cuando alguien cae en el error de creer que es lo que tiene que hacer, silencio mis pensamientos. Son sus razones, no las mías. Le doy la enhorabuena, pero en ella no hay ni un ápice de entusiasmo… ¿tan pronto el matrimonio ensombrece la vida de los contrayentes? Nos despedimos con la cordialidad que caracterizan nuestras conversaciones.
Nos volvemos a encontrar semanas más tarde. En esa conversación me explica su particular historia de “amor”, hacia su familia. La única forma que estén con ella es “cumpliendo requisitos”. Poniendo en “orden” su vida, podrá ordenar la de sus hijos, a los que ha visto crecer a través de fotografías… “Me felicitaste por un certificado” me dice con tono irónico.
Su libertad es su prisión, pero en su prisión no estará sola cuando en unos meses más, tal vez años (las cosas de palacio van despacio y cuando los palacios pertenecen a reinos diferentes, le lentitud se duplica), sus hijos estén con ella.
Supongamos que la conozco y que nos encontramos un día. Le pregunto cómo le va todo y me dice que se ha casado hace unos meses, con media sonrisa y aire resignado.
Dudo que casarse sea una buena noticia, pero cuando alguien cae en el error de creer que es lo que tiene que hacer, silencio mis pensamientos. Son sus razones, no las mías. Le doy la enhorabuena, pero en ella no hay ni un ápice de entusiasmo… ¿tan pronto el matrimonio ensombrece la vida de los contrayentes? Nos despedimos con la cordialidad que caracterizan nuestras conversaciones.
Nos volvemos a encontrar semanas más tarde. En esa conversación me explica su particular historia de “amor”, hacia su familia. La única forma que estén con ella es “cumpliendo requisitos”. Poniendo en “orden” su vida, podrá ordenar la de sus hijos, a los que ha visto crecer a través de fotografías… “Me felicitaste por un certificado” me dice con tono irónico.
Su libertad es su prisión, pero en su prisión no estará sola cuando en unos meses más, tal vez años (las cosas de palacio van despacio y cuando los palacios pertenecen a reinos diferentes, le lentitud se duplica), sus hijos estén con ella.
14 noviembre 2010
Retórica
Una semana después del paso del de blanco por el noroeste y noreste del país, se sigue hablando de la visita del pontífice (que amenaza con volver el próximo año a Barcelona), y se desvelan datos de su estancia en nuestras tierras.
Pocas cosas me sorprenden del anciano en asilo de lujo e incluso de la Iglesia, pero me pregunto para qué la blanca paloma (y porque no hay cuervos blancos vistos por mi ojos…), pidió que su habitación en el Palacio del Arzobispado, tuviera conexión a internet.
No me ha llamado la atención por la edad del yayo (ochenta y tres), ni porque haga uso de avances tecnológicos (en otras cosas debería ponerse al día en lugar de divulgar necedades desde los lugares menos recomendados, para mantener la formas), sino por no poder pasar un día sin conectarse a la red. Un solo día en su vida… Lo que me hace pensar, que el de la tendencia a vestir con sotanas, está tan enganchado a la red, que unas horas sin conexión le harían caer en el síndrome de abstinencia.
El clérigo mayor, está más viciado que los que él cree que son viciosos por vivir su vida a las claras y sin tapujos, y a sus secuaces les interesa que el jefe supremo éste enganchado a internet, ya que minutos delante del monitor, son minutos en que no tienen que servirle y disponen de tiempo ocioso para intercambios sociales.
Quede mi pregunta sin respuesta. Retórica.
Pocas cosas me sorprenden del anciano en asilo de lujo e incluso de la Iglesia, pero me pregunto para qué la blanca paloma (y porque no hay cuervos blancos vistos por mi ojos…), pidió que su habitación en el Palacio del Arzobispado, tuviera conexión a internet.
No me ha llamado la atención por la edad del yayo (ochenta y tres), ni porque haga uso de avances tecnológicos (en otras cosas debería ponerse al día en lugar de divulgar necedades desde los lugares menos recomendados, para mantener la formas), sino por no poder pasar un día sin conectarse a la red. Un solo día en su vida… Lo que me hace pensar, que el de la tendencia a vestir con sotanas, está tan enganchado a la red, que unas horas sin conexión le harían caer en el síndrome de abstinencia.
El clérigo mayor, está más viciado que los que él cree que son viciosos por vivir su vida a las claras y sin tapujos, y a sus secuaces les interesa que el jefe supremo éste enganchado a internet, ya que minutos delante del monitor, son minutos en que no tienen que servirle y disponen de tiempo ocioso para intercambios sociales.
Quede mi pregunta sin respuesta. Retórica.
07 noviembre 2010
Agricultura
Analizo unas de las consideradas, canciones más románticas (probablemente por cursilámines) con la intención de hallar “eso” que tantos jóvenes (de otras épocas, y en la actualidad sesentones) han visto en ella para tenerla en tal concepto.
Tú alegría / tú compañía,
me harán estremecer / como el juego de mi idea.
(Una cosa es lo que se crea, y otra la que la realidad traiga. Las comparaciones sobran, sobre todo sin son juguetonas)
Tú alegría / tú compañía,
me harán estremecer / como el juego de mi idea.
(Una cosa es lo que se crea, y otra la que la realidad traiga. Las comparaciones sobran, sobre todo sin son juguetonas)
Hombre a medias en soledad,
mañana en tú sonrisa / hallaré la otra mitad.
(Hombre con mucho amor propio. La mitad ausente no reafirma la hombría)
La cascada de nuestro amor / la niebla del pasado,
nuestro viento la arrastró.
(Las ventosidades también son “vientos”, arrasadores)
De repente te siento mía / te siento en pensamiento,
un silencio hecho poesía.
(Concentración necesaria para no mencionar otro nombre. No se debe esperar menos)
Besos mágicos en mi piel,
me harán salir del sueño / y calmarán mi sed.
(Dormidos, poco se bebe)
Yo de amores te vestiré
y el miedo no es el miedo/ donde yo te llevaré.
(Se puede llegar sin compañía)
Yo caminaré / tú me seguirás,
beberemos del amor / bajo el mismo cielo...
(Si el cielo no es el mismo, mal asunto, para caminar “juntos”)
...yo te sembraré / tú germinarás
y al final descansaré / cuando tú me des un...
...hijo tuyo y nuestro.
(El huerto)
mañana en tú sonrisa / hallaré la otra mitad.
(Hombre con mucho amor propio. La mitad ausente no reafirma la hombría)
La cascada de nuestro amor / la niebla del pasado,
nuestro viento la arrastró.
(Las ventosidades también son “vientos”, arrasadores)
De repente te siento mía / te siento en pensamiento,
un silencio hecho poesía.
(Concentración necesaria para no mencionar otro nombre. No se debe esperar menos)
Besos mágicos en mi piel,
me harán salir del sueño / y calmarán mi sed.
(Dormidos, poco se bebe)
Yo de amores te vestiré
y el miedo no es el miedo/ donde yo te llevaré.
(Se puede llegar sin compañía)
Yo caminaré / tú me seguirás,
beberemos del amor / bajo el mismo cielo...
(Si el cielo no es el mismo, mal asunto, para caminar “juntos”)
...yo te sembraré / tú germinarás
y al final descansaré / cuando tú me des un...
...hijo tuyo y nuestro.
(El huerto)
No te asustes / confía en mí,
que tengo todo un mundo / preparado para ti.
(Planchar, planchar,planchar)
Yo de amores te vestiré / el frío no es el frío,
donde yo te llevaré.
(Es escalofrío)
que tengo todo un mundo / preparado para ti.
(Planchar, planchar,planchar)
Yo de amores te vestiré / el frío no es el frío,
donde yo te llevaré.
(Es escalofrío)
Conclusión: antes no se interpretaban las letras, solo se oían, por lo que temas tan soez como este, están mal catalogados. El romanticismo no puede ser basto como un arado. Será otra cosa. Sutileza.
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