Casarse cuesta siete mil euros en algunas regiones de España, en particular en esta que habito, si tienes una nacionalidad distinta a la española (imaginemos que africana y se nos da bien la danza del vientre) y la fortuna de cruzarte con la celestina (que años atrás pasó por la misma situación que tú y que de la experiencia ha hecho un negocio) que te presentará a tu marido, al que no conocerás hasta el día de la boda (firma de documentos oficiales) y al que pagarás en cómodas cuotas (que te permitirán ayudar a la familia que dejaste en tu país, mantener un alquiler y sobrevivir) para que pueda servir costeándose sus viajes a otras dimensiones, sin moverse del sitio, el importe íntegro de su generosidad infinita.
Supongamos que la conozco y que nos encontramos un día. Le pregunto cómo le va todo y me dice que se ha casado hace unos meses, con media sonrisa y aire resignado.
Dudo que casarse sea una buena noticia, pero cuando alguien cae en el error de creer que es lo que tiene que hacer, silencio mis pensamientos. Son sus razones, no las mías. Le doy la enhorabuena, pero en ella no hay ni un ápice de entusiasmo… ¿tan pronto el matrimonio ensombrece la vida de los contrayentes? Nos despedimos con la cordialidad que caracterizan nuestras conversaciones.
Nos volvemos a encontrar semanas más tarde. En esa conversación me explica su particular historia de “amor”, hacia su familia. La única forma que estén con ella es “cumpliendo requisitos”. Poniendo en “orden” su vida, podrá ordenar la de sus hijos, a los que ha visto crecer a través de fotografías… “Me felicitaste por un certificado” me dice con tono irónico.
Su libertad es su prisión, pero en su prisión no estará sola cuando en unos meses más, tal vez años (las cosas de palacio van despacio y cuando los palacios pertenecen a reinos diferentes, le lentitud se duplica), sus hijos estén con ella.
Supongamos que la conozco y que nos encontramos un día. Le pregunto cómo le va todo y me dice que se ha casado hace unos meses, con media sonrisa y aire resignado.
Dudo que casarse sea una buena noticia, pero cuando alguien cae en el error de creer que es lo que tiene que hacer, silencio mis pensamientos. Son sus razones, no las mías. Le doy la enhorabuena, pero en ella no hay ni un ápice de entusiasmo… ¿tan pronto el matrimonio ensombrece la vida de los contrayentes? Nos despedimos con la cordialidad que caracterizan nuestras conversaciones.
Nos volvemos a encontrar semanas más tarde. En esa conversación me explica su particular historia de “amor”, hacia su familia. La única forma que estén con ella es “cumpliendo requisitos”. Poniendo en “orden” su vida, podrá ordenar la de sus hijos, a los que ha visto crecer a través de fotografías… “Me felicitaste por un certificado” me dice con tono irónico.
Su libertad es su prisión, pero en su prisión no estará sola cuando en unos meses más, tal vez años (las cosas de palacio van despacio y cuando los palacios pertenecen a reinos diferentes, le lentitud se duplica), sus hijos estén con ella.
5 comentarios:
Es un precio. Es una ponderación entre lo conocido y lo previsible, y el futuro y lo deseado.
Es una decisión individual y trágica. No es justo tener que verse en el trance de tener que hacerla, pero siempre se decide para ir a mejor uno y los que quiere.
Saludos desde tu pueblo
Me gusta como lo has contado, teniendo en cuenta que es un tema muy crudo.
A veces solo vemos inmigrantes y nos quejamos de que somos demasiado, pero no tenemos ni idea de la vida que tienen esas persona y no preguntamos porque bastante tenemos con nuestra vida, para escuchar las penalidades de los demás.
Un beso.
Danieluski, hay quienes vienen y ni siquiera pueden comprarse un marido. Les quitan la documentación y las explotan y algunas ni siquiera pueden pensar en traerse a su familia.
A veces creo que hay ciudadanos de segunda y de tercera clase. Es lamentable.
Un beso.
Barato me parecía el bodorrio, con la tontería de que solo nos casamos una vez, ja, la gente duplica y triplica los siete mil euros, porque ahora lo que se lleva es ir a la iglesia o al ayuntamiento en carruaje con caballos y contratar a un coro rociero, eso sí, no pagan por el novio/a.
Iba a cuestionar a la casamentera por ganar dinero a costa de sus paisanos, pero a lo mejor no tiene otros recursos o sí.
¡Mucha tela por cortar!
Un beso.
UNO: A mi me parece injusto, pero normalmente estas personas no se lo toman como algo fatal, sino como una salida elegida. Vamos, que todo depende como cada cual afronte la situación :P
Saludos desde tu pueblo.
SOFÍASAAVEDRA: Quizás seamos egocéntricos por naturaleza, no todos, por cierto. Cuando las cosas no nos tocan olvidamos con facilidad.
Un beso.
CARLOSIDEAL: Los hay hasta de 4ª clase, pero las distinciones las hacen los que se creen de 1ª, por tener una vida sencilla.
Muy crudo.
Un beso.
LA FRUFRÚ: La personas que ayudan a los demás desinteresadamente, serán recompensadas en algún momento y de alguna manera, cobrar por ayudar es miserable.
Un beso.
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