27 diciembre 2009

El último del año


Observando vengo, que los blogueros practicantes, acabamos abordando el mismo tema imbuidos por un sentimiento muy similar, o tal vez por la necesidad de querer compartir un poco más con los demás, porque los demás cada vez nos son más cercanos.

Hoy es mi turno… otra vez.
Éste es mi segundo reencuentro con el momento en que determiné “tomarme en serio” aquel conato de blog desangelado que abandoné por falta de constancia y ganas. El año pasado batí mi record de resistencia (dada mi naturaleza a cansarme pronto de las cosas que emprendo, como ya expliqué en aquella ocasión), a lo largo de 365 días, escribí un post todas las semanas, desafiándome a mi misma, “misión cumplida”. Lo logré. No es ninguna hazaña comparándolo con la frecuencia con la que escribís algunos de vosotros (asombrada me tenéis), soy incapaz de escribir tanto, además de muy estricta con mis costumbres: de lunes a viernes, el único ordenador que enciendo es el del trabajo (demasiado pc para mis ojitos), y en el trabajo, solo trabajo (y pienso).

Mi particular “arjé” (me encanta esta palabra, la primera que me impactó en mis aproximaciones filosóficas de antaño), fue experimental y sobre todo diplomático. Probaba y probaba, procurando que nadie se molestase (mis dos o tres lectores, gracias), si no elegía bien las palabras. La experiencia me ha enseñado que hay sensibilidades que se hieren solas, y que cada quien, interpreta las palabras a su modo, sin que mi intermediación sea directa.

Ahora soy una exhibicionista más (yo, tan recatada en mi conducta), y he aprendido leyendo vuestros blogs y comentarios, a desprenderme de algunos lastres.
Diplomática aún (nunca he dicho tacos, ni hago uso de partes de la anatomía femenina-masculina, para describir o valorar situaciones o circunstancias, aunque me divierte el uso que hacéis de ellos en la virtualidad del medio o realidad que hay más allá de las paredes que encierran éste instante), a lo largo de éste tiempo me he posicionado (antes era demasiado light), sin importarme demasiado (nada) el concepto que los demás se formen respecto a mí (soy así, y así seguiré, nunca cambiaré…)

Tengo un nuevo reto (secreto) que dosificando bien el tiempo libre (escaso), conseguiré (si no flaqueo en el intento). La falta de tiempo es relativa. Cuando las cosas son importantes, se encuentra el momento, y esto lo es. Lo es hoy. No sé mañana.

A todos gracias (a los fieles, a los casuales, a los causales, a los tímidos, a los ausentes, a los eventuales, a los que os marchareis, a los que no habéis llegado aún…), por vuestros minutos invertidos en una más.

Sed felices.



20 diciembre 2009

Nota discordante


Buscando el número de teléfono de la Oficina Comarcal de Vivienda del lugar donde moro, un enlace me remite a una página que desconocía, "QYPE" (portal ubicador), y en la primera entrada, donde reza (y nunca mejor escrito) “Negocios en QY…”, aparece el Obispado del pueblo, catalogado (además de cómo negocio… ¿negocio?) como “Arte (no desmereceré a los creadores de temática religiosa, pues artistas son) y entretenimiento” (diversión garantizadas del clero, aunque no estoy muy segura de si de puertas para adentro, como el mar, o para fuera, en otro acto de generosidad desinteresada para con los feligreses enganchados a sermones).

Tipo de negocio (sigo leyendo más abajo) religiosos y espirituales.
Salvar almas tiene un precio (bautismos, comuniones, bodas, entierros, misas personalizadas; donativos…) y en época de crisis y posteriores brotes verdes (haberlos haílos), éstos se mantienen fijos (sin subidas escandalosas) para no ahogar a los feligreses, no sea que se les acabe el negocio y en sus dedos no puedan seguir luciendo el sello de oro del uniforme oficial de empresarios (¿emprendedores?)

Tras mi hallazgo, la polémica: el Vaticano (los del arriba más alto), nombran nuevo obispo en el norte cantábrico de la península y los curas se rebelan en tropel porque no creen que “el elegido” por los del ático, sea el más adecuado para ostentar (las palabras me viene solas) el cargo, ya que no comparte con el resto de sus colegas, ni sus inquietudes (de todo tipo) ni sus fines.

Politiqueo en la casa del Señor (invisible), donde sus hombres ya no tienen el único pensamiento (alguna vez ha sido ayudar al prójimo) y se dividen en distintos intereses (a saber).

La iglesia, es lo que era (ha cambiado el vestuario y las perchas, pues llamadas han sido éstas al armario del Señor a lo largo de los años) negocio (mis sospechas tenía al respecto, pero dada mi falta de fe, mi lupa es subjetiva) y política; diversión y lujuria… Y los curas, hombres; y los hombres susceptibles de ser corrompidos y corromper a los demás. Naturaleza maligna (Calvinismo).

Venimos y volvemos al mismo lugar (de la nada y a la nada) por los mismos caminos aunque no todos buscamos llenar nuestras arcas, sospechosos de ser pobres de espíritu.


13 diciembre 2009

La vida al revés


Veo en tres noches la interminable “El curioso caso de Benjamin Button”, donde descubro que el efecto de la luz (o falta de ella) sobre las personas, hace variar su fisionomía (y un poco de látex alisador de arrugas también).

Dejando de lado la evidente ilusión del director en querer tener un pajal, día no muy lejano para poder hacer uso de él en sus películas (“Seven”, además de impactarme, me gustó), el planteamiento que Francis Scott Key Fitzgerald, en cuyo relato se basa, hace al invertir el crecimiento es interesante (aunque en la película no haya cuajado y parezca solo una anécdota sin importancia): nacer ancianos y morir bebes.


Rejuvenecer hasta que el primer latido desaparezca o ver envejecer a los hijos, mientras vamos camino de la infancia, con las patologías propias de un anciano, no dista demasiado de la realidad. Se produce un proceso evolutivo hacia lo irremediable y entre el principio y el final la vida transcurre como debe, siendo víctimas de nuestras acciones.


“Quién sabe si morir no será vivir y lo que los mortales llaman vida será la muerte”. Cita de Eurípides que aparece en El retrato de Jennie (la mayoría de nosotros no había nacido cuando se estrenó en 1948), de temática similar (con menos paja) en un ambiente artístico-romantico-irreal, y excelente adaptación del libro de Robert Nathan.


La incertidumbre está servida.

06 diciembre 2009

Música es


Paso toda la tarde del viernes escuchando flamenquito en el trabajo. Al camarero “lolailo” de la cafetería de enfrente (a un escaso metro de la oficina), le entra la vena jonda y se desmarca con lo que me parece un antiguo (por el sonido) cassette, de venta exclusiva en gasolineras y mercadillos.

“El profundo” (inusitado), nos ameniza las horas con el poderío de un llorón con voz gritona y desagradable (muy desagradable, excesivamente desagradable, perturbadoramente desagradable), al que acompaña un coro de plañideras mal afinadas.

El flamenco (la rumba) no me nace. No me gustan los lamentos musicalizados de nadie, si acaso tolero mis gorgoritos líricos, pues mientras torturo al silencio, al menos estoy sintiendo el peso de la pena en “mis adentros” más hondos.

Resultándome imposible concentrarme y algo crispadilla, presto atención a la letra convenciéndome de que todo sucede por alguna razón (ya) y si mis oídos se han unido a un género tan poco adecuado en horas laborales, es porque hay un mensaje oculto y mi misión es descifrarlo.

Rescato algunas frases que consigo entender entre “aies”, “ays”, “as” y “os” (la mayoría pertenecientes al estribillo, que es lo que más se repite).

“Tú pa’mí y yo pa’ti”, precisión suiza (como los relojes).

“Si te vas, te habrás ido”, y si llegas, habrás venido. La sencillez elevada a infinita potencia.

“La bandera de mi alma por ti ondea a media asta”, el alto contenido intelectual me abruma, lo reconozco. Me la apropio para dar calabazas y después suelto un “aaaay” “arrevenio”.

“Por ti me rompo, por ti emerjo”, por ti me sumerjo en un mar de dudas, pues roto, a la superficie salgo troceadito para que te llegue un pedazo.

“Morena, morena, con solera”, moreno, añejo te quiero, pues años habrán pasado dedicada a ti, moreno, moreno.

“La pasión me vence, tus brazos me envuelven” , y yo me dejo aunque no quiero. Malvada pasión.

No hay mensaje oculto, sólo moraleja: cuando una situación no nos gusta, mejor darle la vuelta y quedarse con el reverso (si la crispación no ha acabado con nosotros o nosotros con nuestro “lolailo” personal).