
Mira que me lo dijo bien claro: “… hallarás el amor verdadero en el hombre de tu vida; ascenderás en el trabajo consolidándote como líder; tendrás una salud de hierro y la suerte acompañará en todo lo que hagas…”
Me atrajo de aquel rinconcito esotérica que descubrí entre el resto de tiendas con temática medieval que una vez al año se instalan en el pueblo, un olor dulzón empalagoso, pero sin embargo agradable.
La mujer joven que regentaba el puesto, ataviada con una simple túnica marrón y aspecto de hechicera de cuento (cabello negro hasta más abajo de la cintura; manos de dedos largos y delgados y piel traslúcida) me ofreció una sonrisa.
-Son hierbas del bosque recogidas en noche de lluvia, caramelizadas.
Su voz era suave y cálida.
-Puedo desvelarte el mañana, ¿quieres conocerlo?
Asentí con la cabeza fascinada por su presencia alargada, antes de atravesar unas cortinas negras con estrellas plateadas que me condujeron al interior de la tienda, dónde una pequeña mesa redonda con dos banquetas nos aguardaban.
-Las cartas tienen las respuestas que buscas – dijo empezándolas a barajar con parsimonia.
Después de un rato, dejó la baraja sobre la mesa y me pidió que pusiera mis manos sobre ella para “impregnarle mi esencia”.
-… hallarás el amor verdadero en el hombre de tu vida; ascenderás en el trabajo consolidándote como líder; tendrás una salud de hierro y la suerte te acompañará en todo lo que hagas…
¿Y qué hice yo? Enamorarme del primero que me guiño el ojo, confundiéndole con el hombre de mi vida, que más que amor verdadero, verdaderos quebraderos de cabeza me provoca cada vez que tocar la flauta, y es que quien siente, alguna vez padece… pero no tanto.
Hasta ese momento me mantuve escéptica respeto a lo que la bruja había visto en el árbol que había trazado con las cartas, pero luego las cosas se fueron dando.
Ascendí en el trabajo, de la planta baja de la tienda de electrodomésticos donde trabajo, pasé a la primera especializándome en móviles y sus accesorios; mi salud es de hierro desde que me rompí las dos piernas precipitándome por las escaleras y tuvieron que ponerme tornillos, si bien no de hierro, de un material lo suficientemente resistente, para sujetar los huesos fracturados y desde luego, la suerte está de mi lado… En esa caída podría haberme partido la crisma, pero solo fueron las piernas; se incendió mi casa, pero yo no estaba dentro, lo material no importa, es reemplazable; perdí la tarjeta de crédito pero me di cuenta a las dos semanas, por no ser demasiado asidua a ella… Podía haber sido mucho peor.
La tarde esotérica cambió mi percepción sobre algunos aspectos y el sentido de mis pasos.
La bruja dijo lo que esperaba oír y lo que hice con esa información es cosa mía.
Me equivoqué con el hombre de mi vida o tal vez aún pueda llegar a serlo si aprendo a amar aquello que más detesto de él (que no se lave mucho); intentando mejorar de situación laboral, cambié lo que tenía, por lo que quería… ¿ascender?; mi casa se quemó cuando dejé una olla al fuego pensando que no podría pasar nada malo si volvía pronto, y si no fuera tan descuidada, no habría olvidado la tarjeta en el cajero.Si es que, más vale malo conocido que bueno por conocer…