15 noviembre 2009

Tesoros desconocidos


Atravieso la avenida (arteria principal del pueblo) al atardecer, con el cielo oscuro sin que la noche haya llegado aún, llena de gente. No importa la hora que sea, ni la temperatura que haga (todavía nos beneficiamos de una segunda primavera improvisada), siempre hay gente, demasiada gente entorpeciendo mi camino. No todos vamos a ritmo de procesión. Hay a quienes nos gusta batir todos los días nuestro propio record de tiempo que tardamos en llegar a casa desde el trabajo. Mi mejor marca son seis minutos y veintiocho segundos, con obstáculos.

Acercándome al semáforo del cruce estaba (puede que algún día detalle la estrecha relación que me une a los semáforos, motivo también, por el que acabo mencionándolos sin querer o queriendo evitarlos), donde una congregación elevada de viandantes meditaba concienzudamente sobre si pasar corriendo, ganando cuatro minutos al paseo y un susto al conductor, cuando me cogen de la mano.

Me libero inmediatamente (instinto de supervivencia) del sujeto, sintiendo mi espacio vital invadido por un intruso sin autorización previa, a la vez que le clavo la mirada.
-Te has equivocado de chica.

Me mira desconcertado, sin saber muy bien que decir, pues sus palabras ausentes eran cómplices de mi mirada inquietante. Me divertía la situación (aunque no lo manifestara abiertamente) y la exploté hasta el final con toda mi artillería. Nuestras acciones tienen consecuencias, acatarlas nos dota de coherencia.
-Perdona.

A nuestras espaldas, la destinataria de la mano (que se había detenido con una pareja en un rincón), llama al chico, ignoro si ajena o espectadora del despiste del que con toda probabilidad espera ver envejecer con la dentadura postiza metida en un vaso.

Nos acostumbramos tanto a las cosas, a las personas, que no les prestamos atención y la mayoría de las veces, no nos damos cuenta de que a quien tenemos al lado, y mucho menos valoramos que lo que tenemos permanezca con nosotros.


7 comentarios:

Fiebre dijo...

Me ha hecho gracia tu primer párrafo. Tenemos algo en común. No conozco el "concepto paseo".
Siempre voy con mi paso desastroso tocotó, tocotó, aunque no tenga prisa. Me gusta ir escopetá, no se porqué.

En lo tocante a tu última reflexión quizá seas muy pesimista, no? Lo digo porque soy ese sujeto que te cogió de la mano. Saludo a quien no debo, confundo nombres, y ando a veces más despistada que una avispa en una discoteca. Pero te ase4guro que soy muy consciente de las poquitas cosas de valor que me rodean.

Eso no quita para que a mi ex marido le llamara como a mi ex-novio, y a éste como a mi hermano.
:P

zimbagüe dijo...

De despitados/as está repleto el mundo, aunque hay barreras que mejor no traspasarlas.

Si despistado es él, despistada ella, que se para sin avisar, provocando que su chico le coja la mano a otra. Por una vez, serás la "otra" :)

Un beso.

Uno dijo...

Yo también soy reincidente en eso del paso acelerado e incluso la carrera cuando el cuerpo lo pide y las condiciones, semáforos y transeuntes lo permiten.

Se hace cosas por inercia, por costumbre y por no ser consciente de todo lo que nos rodea a la vez. Para mique fue una equivocación sin más. Sin importancia ni trascendencia. Bueno, sí, hay una pregunta importante que hacer al respecto ¿se parecía mucho a ti la eterea pareja? :-)

La Frufrú dijo...

Los pasos de la procesión, me sacan de quicio y muchos tendrían que aprender a caminar en vez de arrastrar los pies como si no pudieran con las cadenas que se lo rodean.

sobre el despistado que pierde a la novia por el camino, añadir que hay que estar dónde hay que estar y no dónde le hubiera gustado estar.

Un beso

zimbagüe dijo...

Una reflexión más.
Se pierden de vista a concienciecia, porque tienen una relación abierta, que les permite coger de la mano a otras personas sin que el otro/a se enfade.

Despiste voluntario :)

carlosideal dijo...

La moraleja es cierta, aunque a lo mejor no aplicable en este caso.

Si la pareja se hubiera prestado más atención, no se pierden de vista. Y aun perdiéndose de vista, cada quien le da al otro la importancia que tiene y lo valora como tal.

¿Si de la mano hubiera ido un Pitt o una Jolie, se hubieran despistado despistados? :)

Un beso.

Daniela Haydee dijo...

FIEBRE: Sí, quizás sea una visión pesimista, pero tenías que haber visto sus caras, tenían el aspecto de estar pisando yemas de huevos sobre boñigas.

No soy despistada y los que lo son, tienes razón, no dejan de valorar lo que tienen, aunque el mismísimo Clooney o la Johansson se les cruce en su camino :P

ZIMBAGÜE: Tu segunda reflexión, sobre la intecionalidad es esclarecedora :P

Despistado los dos, sin duda.

Un beso.

UNO: Para lo únicos que debería tener importancia es para los protagonistas, niunga.

Ella era mi antítesis de pies a cabeza. No es lo mismo cobijarse en un arbusto que bajo un sauce, la sombra es distitna :P

LA FRUFRÚ: Has dado en el clavo. Hay que estar donde hay que estar y no imaginándose en los mundos de yupi con espectacular brasileña. Mirar no está de más, babear, lleva a despistes :P

Un beso.

CARLOSIDEAL: Probablemente se trate de una relación abierta o de una inicativa humanitaria. Si cada vez que un desconocido nos cogiera de la mano, nosotros se la diéramos a otra persona, formaríamos una cadena y nos sacarían el el telediario por solidario :P

Un beso.