27 septiembre 2009

Fisuras mentales

Hay recuerdos inventados. Recuerdos que nuestra mente crea sin querer (o con intención, pues gran desconocida es) y que nosotros damos por ciertos.
Tengo recuerdos que no sé si existieron, me los inventé o que voy olvidando (memoria selectiva), que cada vez son más difusos.

Ocurrió en una fiesta – despedida (ya entonces empezaba a sospechar, de lo que hoy no me cabe la menor duda, NO ME GUSTAN LOS JOLGORIOS), a esa edad en la que los niños lo son aún, por poco tiempo más.

Sala de actos del colegio, último curso de la E.G.B., dos clases (A y B, cuya rivalidad se fue acortando con el transcurso de los años, y la amistad reemplazó a la enemistad despectiva), alumnos italianos procedentes de un intercambio (que me llevó hasta Rivoli durante una semana) y profesores moderando el comportamiento de los más “exaltados” (echados para adelante).

Primavera (la sangre alterada); música italiana denotándonos como buenos anfitriones (Jovanotti, furor entre los de aquel país, sobre todo entre ellas) a todo pulmón; la tarde cayendo; víspera de una partida (la de los visitantes); puerta del aula cerrada; persianas bajas; calor; calor; mucho calor…

Aturdida, permanecía con un grupo de amigas (A y B) en un rincón, alejada de los gritones adolescentillos que bailaban en el centro de la sala, poseídos por un extraño enter, que les hacía desatarse como si hubieran acabado con todas las existencias de una cocktelería. La cabeza palpitándome cuan corazón desbocado... Entonces ocurrió. El graciosillo –gamberro que siempre se divierte de la misma forma en todas las fiestas (porque su cerebro no da para más) apagó la luz y ellas empezaron a gritar (como si les preocupara no ver nada), mientras ellos reían a carcajadas.

En esos breves segundos, alguien hizo algo que no me gustó… o sí (si hubiera sabido de quien se trataba) y le aparté o eso creo (salvaguardando mi recato). Recuerdo haber hecho topar mi brazo con un estómago, más bien barriguita (muy esclarecedora en mis pensamientos posteriores) de alguien que no era mucho más alto que yo (deduje por la altura a la que me llegaba su respiración). Me resultó tan desagradable esa inesperada proximidad con “lo invisible”, que en mi mente se formó la idea de lo que me hubiera gustado hacer (empujarle tan fuerte que cayera al suelo, desvelando así su identidad), y siempre he pensado que hice.

Las luces no tardaron en encenderse. Mis amigas permanecían en la posición en la que las había visto veinte segundos antes, ajenas (o conocedoras, dadas sus risitas) de que ese espacio circular que dibujábamos, había sido vulnerado. A sus espaldas mi mejor amigo y su mejor amigo ("el niño de mis ojos"), aparecidos de repente con la oscuridad, cuchicheando afablemente; cómplices de lo que nunca he querido saber, porque la verdad podría no gustarme.
Realidad, invención u olvido.


20 septiembre 2009

¿Una imagen vale más que mil palabras?


La imagen se presta a muchas interpretaciones, que cada cual, saque sus propias conclusiones.
Probablemente nunca conozcamos la intención de sus protagonistas, por eso, se aceptan especulaciones y cábalas acerca de lo acontecido, tal día como ese.

Roedora 1 (que se aferra a una endeble ramita), intenta impedir que roedor 2 (al que sujeta desesperada), con el que lleva flirteando varios días, le entregue la flor a roedora 3 (que en pocos segundos se ve a sí misma malherida, si sus reflejos le fallan), a la que le une una estrecha amistad con roedora 1, que cada vez le tiene más tirria a su amiga, porque roedor que se le acerca, roedor que le espanta.

Esta es mi versión de los hechos. Se me ocurren otras muchas, pero lo primero en lo que pensé cuando vi la foto en fue en rivalidad entre roedoras (una sí sé que es fémina, los otros dos los desconozco)y “celos”. A veces, lo primero que se nos ocurre delante de una circunstancia, está estrechamente ligado con nosotros mismos, otras veces no tiene nada que ver.
¿Qué papel formaríamos en la escena?

13 septiembre 2009

Noche

En las noches, hay personas que no duermen, porque están trabajando; porque no pueden o no les dejan (como a mí).

He probado con los tapones, fracaso total. El ruido insano que sale de las numerosas casetas repartidas por el recinto ferial, es tan alto, que los tapones apenas me aíslan de tan demenciales musiquitas, y las oigo como si procedieran de muy lejos. Los ojillos se me cierran, pero el sueño y yo permanecemos irreconciliables. No me gusta que me impongan nada, mucho menos ruidos ajenos (tambores, rumbas, bocinas...)

He abusado de las infusiones para que la noche me encontrara relajada y tranquila. La serenidad tarda en irse lo que se tarda en interrumpirla.
Caminar por la casa, de un lado a otro, a veces ocupando sillas, otras veces sillones, alguna que otra vez el suelo (pues a 34 grados en el interior de casa, es lo que más refresca), tampoco funciona. Leer no es distracción alguna. Escribir tampoco por la falta de concentración.

Pienso y repienso acusando cansancio.
Demasiadas horas despierta, demasiadas horas crispadas.
Me hago cómplice de unas voces que no conozco, pero que me reportan cierto entretenimiento. Lo programas radiofónicos a altas horas de la madrugada, reconfortan. No estoy sola, comparto mis minutos con personas que tienen algo que decir, y que no esperan al día para hacerlo. Conozco sus historias, sus puntos de vista sobre temas universales que en mayor o menor medida, alguna vez nos afecta a lo largo de la vida.

La noche hace que las melodías suenen distintas y esta noche otros serán los sonidos que me entreguen al sueño. Los elegidos.

06 septiembre 2009

Libre


Hoy puedo decir, lo que otros dijeron mucho antes que yo, y los que me seguirán dirán más adelante, incluso hay quienes lo dicen varias veces al año… Estoy de vacaciones.

Una semanita que coincide con la feria (horror entre los horrores; tortura sin nacionalidad; pesadilla en sudoeste de España street; hecatombe total; apocalipsis now, now; fatalidad infernal; catástrofe medio-ambiental…).

Uno de los Grandes Maestros de las Ciencias Miedosas, que en estos días se aposenta en tierra suya y extraña mía se pronuncia.

-Sabia suprema en potencia, tu cuidar tus oídos con protectores adecuados del ruido externo, (polvo y agua), que producen aburridos maldivertidores. Tú usar tapones espumosos, color amarillo canario y dormir toda la noche como angelito con sueño.

-Gran Maestro de las Ciencias Cautelosas, debatiéndome estoy en mi fuero interno, que bien profundo es. Si uso tapones canarios, evidenciando estaré que mi falta de sueño generado, será por malhechores, a quienes les escayolaría las dos piernas con gusto recalcitrante; pero si no los utilizo, expondré a mis oídos a la escucha legal de atrocidades hasta más allá que canten los grajos.

-Magnánima de conocimientos diversos, saber elegir, es harto importante. Si tu querer dormir, sin querer oír, tu canarios en oídos poner. Si tú martirizarte con escandalosas músicas ajenas, tú no dormir, tú malhumorarte y crearte malestar más profundo que tu fuero interno.

-Oh, Gran Maestro de las Ciencias Reservadas, cuan esclarecedoras son tus palabras, pues parece que un cambio se está produciendo en mi intención de actuar o inactivarme, encaminado hacia esas espumillas que apartarme de los malos sonidos habrán y sueño conciliaré.

-Aprendiza desbordada de buenos aprendizajes, toma un protector entre sus manos, haz un fideo Gallo, nº 2, e introdúcelo en el oído. Espera un minuto a que el Gallo se expanda y dejarás de oír por un oído. Tu repetir operación con el otro canario. Paz hallarás.

-Gran Maestro de las Ciencias Guardadas, apenas percibí tu voz, segundos antes de callarte. ¿Podrías alzarla un poco más, para no echar en saco roto tú doctrina…?

Con feria o sin feria… ¡estoy de vacaciones!