08 marzo 2009

Silencio

Callé por miedo a no gustar, asumiendo que la situación se me había escapado de las manos y sintiéndome manipulada por quienes conocían mi condescendencia. La desazón me quema el esófago como el vómito lo irrita cuando es frecuente.

Desolada me siento, responsable de mi falta de autonomía “Debería hacer más”, me decía mientras ocurría y mi cobardía me gobernaba. “Ahora podría decir algo, aunque no les guste, aunque me los ponga en contra”, pero no lo hice. Callé.

Desde la distancia de lo acontecido, aún se apodera de mí una profunda tristeza cada vez que pienso en ello. Aplomada por ocultar mis pensamientos, y que otra persona en mi lugar fuera señalada por el dedo inquisidor, injustamente.

“Si, a veces tengo la necesidad de liberarme y el modo en que lo hago me satisface, pese a que los demás no lo compartan conmigo”. No me atreví a decir. Callé.

Cuando aplauden mi aparente saber hacer, dirigen mis pasos hacia caminos que no quiero recorrer y que desembocan en la perfección. Soy imperfecta. Lo demuestro todos los días. Humana.

“Ved en mí, aquello que no imaginaríais, y que en otras personas resultaría obvio”.
Desalentada viví los siguientes segundos después de producirse el hecho. Impotente porque todas las miradas de reojo recaían sobre una chica con la cara llena de piercings y ropa rasgadas con intención, convirtiéndola en la autora de la circunstancia que nos envolvía, siendo yo la única culpable. Un profundo olor a alubias condimentadas con mucho ajo y unas gotitas de limón agrio planeaba en el interior de nuestras fosas nasales. Silencio.

A mi izquierda, mi jefe y un cliente de la empresa; detrás de nosotros una señora con su hija, y a mi derecha, la chica del reproductor MP3, ajena al estruendo seco que había invadido el ambiente.

El ascensor se detuvo en nuestra planta. Respiré aliviada, no porque el olor de mis flatulencias me moleste, pues fiel consumidora soy de ellas, si no por estar más cerca de zambullirme de cabeza en el olvido de mi nula solidaridad.

No sabrán que he sido yo, ni mucho menos que me encanta dejar correr el aire que almaceno, aunque a veces no pueda controlarlo y se me dispare el muy traicionero.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna ventosidad se ha ido sin que mi voluntad la acompañara en público y me he puesto colorá. Inegable su procedencia.

Muy buen tema, jejeje.

Besos.

Anónimo dijo...

A mi me gustan los míos (me alivian), pero lo de los demás no los soporto. Tuviste suerte de que no estuviera en el ascensor ;)

Un beso.

Pd: los que salen sin querer los perdono.

Uno dijo...

Aerored, dicen que hacen milagros con los gases acumulados. Yo le recomendaría que tomase esos comprimidos, a menos que le guste hacer de ambientador humano.

¿Aunque quien asegura que a la vez la chica de los piercings no "dejo caer" otro más gordo.

En ocasiones es curioso como el esperado más olor no es tal y el aroma que fluye huele a cacahuetes salados o palomitas.

Saludos

Breuil dijo...

Sublime texto. No me esperaba el final.
Sobre el tema en cuestión, no me pronuncio. Mé resulta desagradable y no se me ocurre ningún comentario que lo haga gracioso.
Un abrazo con olor a Zinnia.
:)

Anónimo dijo...

Yo yo pensaba que hacías hecho algo muy pero que muy malo, y en realidad era algo muy pero muy sano.

Esas cosas, de vez en cuando ocurren y suelen tener el olor de la última comida.

Un beso, pedorrilla

Saturnino dijo...

Genial, hasta el final no se ve desenlace alguno.
Hoy por la mañana escuché a una niña en la radio que decía "yo me aguanto alguno pero no todos que si no después me duele la tripa".
Un saludo.

Anónimo dijo...

Uy nena, los pedos y malos olores (de la parte del cuerpo que procedan), me producen arcadillas en el estómaguillo y sin con interés te he leido el final ha sido demoledor para mi aparato digestivo, ese que tu tienes tan suelto.

Me has tenido en ascuas buena parte del texto y te agradezco que no te recrearas en la descripción fisiológica del hecho.

Besos.

Pd: Cuida lo que comes y evitárás que otras carguen con tus culpas ;)

Daniela Haydee dijo...

Mil perdones a aquellos a los que pueda haber herido la sensibilidad con el temita.

SOFÍA SAAVEDRA: Hay veces que es inevitable... Nuestro cuerpo a veces es muy traidor.

Un beso.

ZIMBAGÜE: Por perdonada, pues, me doy. Desmitificando un poco el "hecho", respecto a mí, no es algo que haga a menudo, pero cuando ocurre en un lugar menos concurrido, no me disgusta.

Un beso.

UNO: Probablemente comer muy deprisa y beber en botellas promueva los movimientos sísmicos que acaban visitando el exterior. Casi es mejor corregir hábitos que tomar pastillitas. ¡NO A LAS DROGAS! :)

Para gustos, hay olores.

Un saludo.

BREUIL: Escribir sobre uno mismo en determinados momentos, es un buen recurso, aunque a veces es complicado trasladar a "papel" lo que se siente, y se acaba por hace mal uso de la reiteración (recalcitrante me confieso)

Me comprometo a no abusar del tema para que puedas expresarte enteramente tu :)

Un abrazo.

CARLOSIDEAL: Sano sin duda, malo cuando trae consecuencias para otros.

Pedorro tú ;)

Un beso.

SATURNINO: Me apodero del motivo de la niña de la radio y si hay una próxima vez, aludiré que es para evitar males mayores. Gracias por tu condescendencia.

Un saludo.

LA FRUFRÚ: Seguiré tu consejo. Cualquier cosa para que una inocente no pague por mis alborotamientos intestinales.

Un beso.