24 julio 2011

Viajes

Recientemene he viajado en tren desde Barcelona a Badajoz (y a la inversa en tan solo cinco días), trece horas con el aire acondicionado demasiado alto como para no congestionarse; idas y venidas a unos baños que como poco, si se tiene el desacierto de sentarte en los inodoros, se coge una infección de las que procuran muchas molestias para hacerse notar, en caso de ser chica y poco observadora y con el audio y el video fuera de funcionamiento.


Como compañera de viaje, una señora que sin ser desagradable, al contrario, demasiado agradable, tomó la palabra antes de que iniciáramos el viaje y no la soltó hasta que se bajó del tren en La Mancha. Nueve horas de conversación (o solidoquio) ininterrumpido, que no cesaba ni cuando nos comíamos el bocadillo hecho la noche anterior. La hora de la comida debería ser sagrada.


Me explicó su vida completa (desde su nacimiento, aunque éste solo lo conocía a través de lo que sus padres le habían explicado), hasta aquello que hubiera preferido no saber si me hubiera dado la opción de elegir, pero la señora hablaba y hablaba sin parar, enlazando un tema con otro en una terapia intensiva en la que escuché y escuché, interviniendo lo justo para no darle cuerda.


-Te cuento esto porque sé que no voy a volverte a ver. Por eso me gustan los viajes en tren, porque te encuentras con personas que no verás más.


Justamente antes del transbordo (por motivos técnicos, según nos informó el revisor...) en Alcázar de San Juan, con algo más de cinco horas y media de camino a las espaldas, me cuenta que es más fácil hablar de determinados temas con un desconocido que con un familiar o amigo, porque te expresas con libertad, y ella en ese viaje se estaba liberando.


Razón no le falta, aunque no comparto su aficción de contar la vida a personas extrañas, pues parcelas propias hemos de tener, pero esto me hace pensar que es tan fácil inventarse una existencia en viajes largos, que viajar te da la posibilidad de vivir lo que quieres. Y si te vuelves a encontrar con esa persona, te inventas otra historia que justifique la que no existe.


10 comentarios:

Fiebre dijo...

Y pensar que yo, la muda, utilizo los viajes como una terapia silenciadora y me encierro en mi mundo viendo el paisaje pasar...

Me toca una pasajera así al lado y la ´jarakireo´.

Uno dijo...

Piénsalo por el lado positivo, le aliviaste el viaje y la soledad a esa mujer con incontinencia verbal.

A mi lo de "te lo voy a contar porque se que no te voy a volver a ver" me daría miedito. Qué siniestros me parecen esos trenes de largo recorrido.

Saludos desde tu tierra.

Aureliano Buendía dijo...

Suerte, es el factor que puede determinar un viaje. El destino puede tener preparado para nosotros un compañero de viaje mudo, con aspecto de asesino en serie, que no calla, simpático,en fin, una cuestión de suerte.

Veo que para tú "desgracia" te toco una de las peores opciones, "la pesada".

Suerte para la próxima ;).


Un beso desde Macondo.

Recomenzar dijo...

Interesante tu punto de vista con el cual coincido Saludos desde mí

Larisa dijo...

Eso ha estado de moda toda la vida. Una vez, en el autobús a La Torre, conté a una señora que estaba enamoriscá, incluso antes de contárselo a mis amigas. Ay, si va a ser verdá eso de que sólo los desconocidos y los amantes pueden hablar sin cortapisas. Que los demás sólo están negociando.

Seguiré dando la vara en los buses. JAJAJAJA. Sus-vais-a-cagah.

sofiasaavedra dijo...

Suele ocurrir que con desconocidos es más fácil hablar que con gente a la que seguirás viendo, por pudor.

Distraída estuviste un rato largo :)

Un beso.

carlosideal dijo...

Y digo yo, si en vez de una señora de la mancha, te hubiera dado palique Leonardo DiCaprio, ¿que tal el viaje? ;)

Un beso, viajera.

zimbagüe dijo...

Espero que al menos no hablara con la boca llena, eso si es desagradable.

A los habladores se les combate hablando más que ellos. Cuando se les quita la palabra más de cuatro veces, se aburren y se callan porque no son el punto de atención.

Tenlo en cuenta para la próxima vez :-)

Buen fin de semana

Recomenzar dijo...

Maravillosos tus escritos

Daniela Haydee dijo...

FIEBRE: Esa era mi intención inicial, ausentame de la realidad durante un día completo, lo que me pedía el cuerpo al dejar la tierra otra vez... ¡Pero no! La señora empezó no me dio más opción que la de convertirme en oyente involuntaria...

A veces me gustaría ser menos correcta.

UNO: No puedo desvelar el contenido del monólogo, aunque a ella tampoco le disgustaría demasiado, como no os conoce... pero necesitaba vaciarse. Y como iba a estar varios días sin ver al psicólogo, le sirvieron mi oído.

Saludos desde tu pueblo, más sosegado.

Aureliano Buendía: Con lo que estoy leyendo sobre supuestos perfiles de compañeros de viaje, casi estoy contenta con mi suerte, pese a que no era mi día y estaba poco receptiva para socializar con simpatía.

Para la próxima vez, reservo dos asientos... :P

Un beso para Macondo.

RECOMENZAR: Gracias por tus palabras. Reconfortan el espíritu.

Un saludo.

LARISA: Contar un hecho concreto en un periodo de tiempo más o menos aceptable no es dar la vara, sino ser comunicativa.

Si explicas toda tu vida durante veinte horas, das la vara.

Cuenta lo que quieras y a quien quieras :P

Un saludo.

SOFÍA SAAVEDRA: Estoy de acuerdo, aunque mis intimidades nacen y mueren en mí.

Un beso.

CARLOSIDEAL: Al menos me hubiera recreado con la vista.
Detrás de nosotras se sentaba un chico monín que me miraba con compasión cuando parábamos en las estaciones.
Confieso que fue un escape.

Un beso.

ZIMBAGÜE: Te agradezco la observación. Lo pondré en práctica que me aleje un poco de quien soy :P

Un abrazo.