Dos años acordándose de mí cada tres meses, llamándome por teléfono e iniciando conversaciones cordiales para después derivarse al tema central, objeto de tanto recuerdo, hasta que dije sí, quiero.
No fue inmediato, fue después de cinco minutos de conversación, me convenció incentivada por el cansancio de coger el teléfono y oír esa voz otra vez; las ganas de acabar definitivamente con tanta llamada de repertorio idéntico y por mi sensibilidad comercial (que por dedicarme a lo que me dedico, suele estar a flor de piel todo el día). Insistía conmigo porque estaba haciendo su trabajo como yo desarrollo el mío, cuando me corresponde, y tengo que hacer uso de mi destreza persuasoria, para llevar a mi interlocutor al terreno que quiero y conseguir que permanezca en él hasta que oiga todo lo que tengo que decirle, ayudándole a tomar la decisión que beneficiará mi realización personal (todos perseguimos nuestras metas).
Sería su voz, sería el momento o las circunstancias (desde hace varios meses, no las más adecuadas para preservar el corazón de malos sustos y el estómago de malas digestiones), pero accedí sin saber muy bien dónde me metía, pero sin embargo queriéndome meter en ello.
Estrés, así se llama el curso a distancia que he iniciado hace un par de días. Me mandaron todo el material a casa: tres libros, ejercicios; una libreta y boligráfo.
Hasta hace tres semanas, siempre aludía a la falta de tiempo (es cierto que no me sobra, desde que me divido en dos en el trabajo para aumentar mi efectividad y rendimiento… y porque no queda más remedio) para justificar que no iba a hacer el curso (no me interesaba nada), pero en esos cinco minutos en que dejé hacer al comercial su trabajo, analicé los últimos meses: soñar más de cuatro veces a la semana con el trabajo, no es bueno, algo está ocurriendo, y está perturbando y trastornando mi existencia. Y tomé la decisión para alegría del que hablaba al otro lado del hilo telefónico convencida de ello: ese curso es para mí.
Lo es. El estrés no tiene porque ser malo, solo es un mecanismo de supervivencia que mal controlado puede derivar en distrés (el que todos conocemos, querer y no poder por tener la mente colmada de actividad consecutiva) y bien enfocado en eutrés (mi meta).
La transpiración, las taquicardias, la palidez del rostro, son las señales que indican que el mecanismo se ha activado, tras reconocer el peligro (el peligro para los hombres de las antigüidades eran las fieras, nuestro peligro es la incapacidad de resolver los problemas de cualquier índole al instante).
No fue inmediato, fue después de cinco minutos de conversación, me convenció incentivada por el cansancio de coger el teléfono y oír esa voz otra vez; las ganas de acabar definitivamente con tanta llamada de repertorio idéntico y por mi sensibilidad comercial (que por dedicarme a lo que me dedico, suele estar a flor de piel todo el día). Insistía conmigo porque estaba haciendo su trabajo como yo desarrollo el mío, cuando me corresponde, y tengo que hacer uso de mi destreza persuasoria, para llevar a mi interlocutor al terreno que quiero y conseguir que permanezca en él hasta que oiga todo lo que tengo que decirle, ayudándole a tomar la decisión que beneficiará mi realización personal (todos perseguimos nuestras metas).
Sería su voz, sería el momento o las circunstancias (desde hace varios meses, no las más adecuadas para preservar el corazón de malos sustos y el estómago de malas digestiones), pero accedí sin saber muy bien dónde me metía, pero sin embargo queriéndome meter en ello.
Estrés, así se llama el curso a distancia que he iniciado hace un par de días. Me mandaron todo el material a casa: tres libros, ejercicios; una libreta y boligráfo.
Hasta hace tres semanas, siempre aludía a la falta de tiempo (es cierto que no me sobra, desde que me divido en dos en el trabajo para aumentar mi efectividad y rendimiento… y porque no queda más remedio) para justificar que no iba a hacer el curso (no me interesaba nada), pero en esos cinco minutos en que dejé hacer al comercial su trabajo, analicé los últimos meses: soñar más de cuatro veces a la semana con el trabajo, no es bueno, algo está ocurriendo, y está perturbando y trastornando mi existencia. Y tomé la decisión para alegría del que hablaba al otro lado del hilo telefónico convencida de ello: ese curso es para mí.
Lo es. El estrés no tiene porque ser malo, solo es un mecanismo de supervivencia que mal controlado puede derivar en distrés (el que todos conocemos, querer y no poder por tener la mente colmada de actividad consecutiva) y bien enfocado en eutrés (mi meta).
La transpiración, las taquicardias, la palidez del rostro, son las señales que indican que el mecanismo se ha activado, tras reconocer el peligro (el peligro para los hombres de las antigüidades eran las fieras, nuestro peligro es la incapacidad de resolver los problemas de cualquier índole al instante).
Qué hacer con esas señales para que no se vuelvan contra nosotros y como sacarle partido a que los sentidos se agudicen cuando aparece el estrés depende de nosotros… como la mayoría de cosas que no ocurren. Lección primera aprendida.
7 comentarios:
Eso de soñar con el trabajo no es nada bueno, es como no dejar de trabajar ni durmiendo.
Espero que el libro te sirva de algo y sueñes menos lo que no debes y más lo que debes :)
Pd: ¿estrés bueno? solo cuando no se padece.
Si eres tajante con los operarios que te ofrecen hacer cosas que no quieres o que intentan venderte algo, no vuelven a llamar. ¡Probado!
Ya podrías variar un poquito la temática de los sueños. Eres muy cansina :)
Que tengas un buen curso.
No sirvo para los cursos a distancia, no soy nada disciplinada ni tengo voluntad, a los dos días me cansaría y lo dejaría.
Lo mejor para es estrés es no estresarse, ponerse el impermeable y que todo resbale por el cuando llueva :)
Un beso
No tengas problema, sueña conmigo, puedes utilizarme cuando quieras, verás como te despejas un poco y dejas de pensar solo en trabajo :)
Un beso.
SOFÍA SAAVEDRA: En mis sueños intervienen la novela negra, el deseo oculto por "aniquilar" los problemas y mis quebradero de cabeza.
Tratar con el género humano provoca indencios internos :P
Un beso.
ZIMBAGÜE: En estas lindes soy poco asertiva, me sale la vena comercial, solo hacen su trabajo, como yo hago el mio... No hay mal que por bien no venga, y el curso es interesante y está abriendo horizontes desconocidos :P
LA FRUFRÚ: Ya me coneces, querida Fru, yo era de las que se abría varios frentes y luego no cerraba ninguno, hasta que llega algo realmente importante que no puedes dejar de pasar y la voluntad te acompaña (también es cierto que a veces hay que obligarla:P)
Un beso.
CARLOSIDEAL: Lo tomo como sugerencia y te agradezco el interés :P
Un beso.
Me parece positivo y no sólo en el plano laboral si no porque también puede ser util en el día a día más ocioso.
Yo haces unos meses también andaba estresado, saturado por el trabajo. Llegué a la conclusión que por mucho esfuerzo que haga no voy a porder hacerlo con todo, trabajo siempre habrá de sobra. Ahora soy más pasota, que quizá no es lo más positivo, y procuro no exceder mi horario laboral. En mi tiempo libre a veces pienso en el trabajo, pero más a modo de pasatiempo que como algo intrusivo que me intranquiliza.
No es fácil, pero ese curso seguro que es muy beneficioso.
Saludos desde tu pueblo azotado por vientos silvadores y lluvias.
Ser pasota (responsable) está bien, es a lo que aspiro y el curto éste me está dando las claves, aunque en realidad me está recordando algo que sabía y que poco pongo en práctica, que la solución está en nosotros y que el entorno no es el problema, sino como nos enfrentamos a él :)
Saludos desde tu pueblo en otoño.
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