El primer año de facultad decidimos una amiga y la conocida de una conocida que conocía una conocida nuestra, alquilar un piso y vivir como los de “Sensación de Vivir”, en pecado perpetuo. De haberse tratado de extrañas, la idea de compartir piso (yo que soy tan independiente) a cinco kilómetros de casa, no me hubiera resultado tan seductora, pero como todo quedaba entre conocidas me entusiasmé en dos segundos y medio, el tiempo que tardé en oír la propuesta.
Dejé que ellas eligieran el piso sin mi participación para apurar mis vacaciones en La Toscana. Acostumbro a ir todos los veranos al mismo lugar, pero me produce más tedio la rutina diaria que no hacer nada frente a una piscina tumbada en una hamaca con un zumo con mucho hielo.
Dejé que ellas eligieran el piso sin mi participación para apurar mis vacaciones en La Toscana. Acostumbro a ir todos los veranos al mismo lugar, pero me produce más tedio la rutina diaria que no hacer nada frente a una piscina tumbada en una hamaca con un zumo con mucho hielo.
Encontraron un ático nuevo, con muebles sobrios y funcionales muy afines a mis preferencias decorativas, que con unas cuantas velas aromáticas de colores aquí y allá, lo convertirían en nuestro hogar hasta que nos cansáramos de él y tuviéramos que mudarnos a otro sitio.
Tuvieron muy buen gusto con la elección, pese a que me llevé un tremendo chasco con los baños, no tenían jacuzzi ¡ninguno de los tres!, ni siquiera una ducha de hidromasaje tan gratificante para la circulación. Por suerte, los fines de semana tenía pensado pasarlos en casa, disponiendo de dos días, a lo sumo tres si me saltaba las clases de los viernes (ya se sabe que los viernes en ninguna parte se hace nada), para resarcirme de las carencias de la “madurez”.
Nos sentamos en los sillones de estructura metálica negra con cojines blancos, para establecer las normas básicas de convivencia:
-Respetar la ropa, accesorios y en definitiva, lo enseres de las demás y no cogerlos prestados salvo expresa autorización de la propietaria.
-Fijamos horarios para el uso del baño grande, acordando no exceder las dos horas de baño con burbujas y sales minerales. Transcurrido ese tiempo, quien infligiera el tiempo permitido, no tendría derecho durante cuatro días a más de una hora.
-La elección de la programación de televisión quedó determinada en una vez por semana. El resto de los días ésta se sometería a votación, ganando la mayoría.
Hubo un punto en el que no estuve de acuerdo en absoluto, el reparto de las tareas domésticas y la preparación de las comidas. Daba por sentado que contrataríamos a una profesional de tales labores para que se encargara de ello, pero las muy insensatas, pretendían quedarse con parte del dinero que nuestros padres nos darían para pagar el alquiler y la manutención, en fiestas, salidas y regalitos para sus chicos… No iba a irme de casa, donde siempre alguien se había ocupado de esas vicisitudes para ponerme a faenar como si realmente fuera necesario. Para toreros, los apretados con coletilla. Yo la vaca que pasta ancha.
Comprendí casi al instante (no soy tan rápida, demasiado empleo de energía para acabar en el mismo sitio), que nuestras diferencias inconciliables respecto a dicho tema pulcro, era una “señal del destino” y que aún no había llegado el momento de compartir piso con otras personas, por muy amigas mías que fueran.
Desde entonces, cuando no estoy completamente segura de querer hacer algo, opto por no llevarlo a cabo. Hay quienes prefieren arriesgar y perder en un acto de valentía, yo no pierdo ni aún quedando la última en una carrera de obstáculos porque el camino lo habré hecho paseando.
Cintia Aurora María Van Heley de Haut.
Especialista en escala de valores.
Tuvieron muy buen gusto con la elección, pese a que me llevé un tremendo chasco con los baños, no tenían jacuzzi ¡ninguno de los tres!, ni siquiera una ducha de hidromasaje tan gratificante para la circulación. Por suerte, los fines de semana tenía pensado pasarlos en casa, disponiendo de dos días, a lo sumo tres si me saltaba las clases de los viernes (ya se sabe que los viernes en ninguna parte se hace nada), para resarcirme de las carencias de la “madurez”.
Nos sentamos en los sillones de estructura metálica negra con cojines blancos, para establecer las normas básicas de convivencia:
-Respetar la ropa, accesorios y en definitiva, lo enseres de las demás y no cogerlos prestados salvo expresa autorización de la propietaria.
-Fijamos horarios para el uso del baño grande, acordando no exceder las dos horas de baño con burbujas y sales minerales. Transcurrido ese tiempo, quien infligiera el tiempo permitido, no tendría derecho durante cuatro días a más de una hora.
-La elección de la programación de televisión quedó determinada en una vez por semana. El resto de los días ésta se sometería a votación, ganando la mayoría.
Hubo un punto en el que no estuve de acuerdo en absoluto, el reparto de las tareas domésticas y la preparación de las comidas. Daba por sentado que contrataríamos a una profesional de tales labores para que se encargara de ello, pero las muy insensatas, pretendían quedarse con parte del dinero que nuestros padres nos darían para pagar el alquiler y la manutención, en fiestas, salidas y regalitos para sus chicos… No iba a irme de casa, donde siempre alguien se había ocupado de esas vicisitudes para ponerme a faenar como si realmente fuera necesario. Para toreros, los apretados con coletilla. Yo la vaca que pasta ancha.
Comprendí casi al instante (no soy tan rápida, demasiado empleo de energía para acabar en el mismo sitio), que nuestras diferencias inconciliables respecto a dicho tema pulcro, era una “señal del destino” y que aún no había llegado el momento de compartir piso con otras personas, por muy amigas mías que fueran.
Desde entonces, cuando no estoy completamente segura de querer hacer algo, opto por no llevarlo a cabo. Hay quienes prefieren arriesgar y perder en un acto de valentía, yo no pierdo ni aún quedando la última en una carrera de obstáculos porque el camino lo habré hecho paseando.
Cintia Aurora María Van Heley de Haut.
Especialista en escala de valores.
7 comentarios:
Uy, nena, pues si no tenía jacuzzi, fijo que tampoco tenía lavavajillas. Hay pisos que no sé ni como se alquilan con tantas carencias. ¡Qué desfachatez! :)
Un beso.
Pd: anda que hay cada una :)
Ufff es que esto de la convivencia es malo, mejor sola que mal acompañada.
Un abrazo
A un compañero que tuve de piso, le pagaba tres euros para que fregara los platos cuando me tocaba a mí, o hiciera los baños, Cintia tiene mucha razón en lo de querer contratar a un profesional. Es una generadora de empleo. No habría que poner barreras a sus iniciaciativas ;)
Sólo compartí piso una vez en mi vida.
Durante al menos 7 años.
La cosa tiene truco:
Antes de las congelaciones del 5% y similares, y época de vacas gordas. Mi compañera era profesora opositora y con plaza ganada de primaria.
Se iba de vacaciones: Semana Blanca, Santa, Verano...Dejaba su parte de alquiler pagado y a mí cuidando el "establo".
Ejem...¿qué más daba si no teníamos jacuzzi?.
Ni he compartido piso, ni he vivido de alquiler, tampoco tengo jacuzzi, ni asitenta, ni voy de vacaciones a La Toscana.
Que suerte no tener una vida tan dramática como la de del post, que se ahoga en un vaso de agua por mojarse las manos :)
¡Eso si es una mujer preparada para la vida!
Qué dura la vida cuando confias en otros y descubres que tus espectativas quedan seriamentes defraudadas.
Si todos siguiensen la filosofía de la protagonista se arruinaba el sector de servicios publicos en locales propios. Hay que arriesgarse sobre seguro y si sale mal volver a arriesgarse, que sino no hay gracia.
LA FRUFRÚ: Estoy de acuerdo contigo, hay pisos que no deberían alquilarse, si acaso, pagar para que alguien viviera en ellos y sé por por qué te digo esto ;P
Un beso.
LUNA AZUL: Cierto. Cuanta más gente más posibilidades de que se creen conflitos :)
Un abrazo.
ZIMBAGÜE: Visto así... ¿Con que frecuencia no fregabas los platos o el baño? ¡Tres euros varias veces al día es una ruina!
Me hubiera gustado ser tu compañero de piso, con tu dinero hubiera cubierto parte del aquiler :)
FIEBRE: Alquileres rentables. No tengo experiencia en éste ambito, nunca he tenido que pagar por vivir en un sitio (soy cómoda), pero puede que me haya perdido una serie de gratificaciones a tener en cuenta :P
Como he vivido en los mismos lugares, ni se me ha ocurrido vivir de alquiler.
Menos mundo recorrido :P
SOFÍA SAAVEDRA: No es culpa suya, sino de sus circunstacias. Cuando nos acostumbramos a unas cosas, dejarlas es caer en decadencia
Algunos nos preocupamos por los gastos y otros por bañarse con burbujas. Preocupaciones al fin y al cabo :P
UNO: Cintia no es nada graciosa, ni tiene gracia, sí aptitudes y actitudes que emplea en sus fracasos. Todo un ejemplo.
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