14 diciembre 2008

Algo sobre mí

A través de la forma en cómo nos expresamos, en cómo escribimos en el “mundo bloggero” y sobre qué, se nos puede conocer, y el conocimiento muchas veces de alguien, desmitifica y acerca más al susodicho. Esta vez voy a compartir un trocito de mi vida, algo que ocurrió hace mil años, pero como en ocasiones he escrito, para entender el presente, hay que conocer el pasado, y éste es el mío.

Cruzó la calle en mi dirección, caminando delante de mí con paso decidido, al mismo tiempo que con un gesto de cabeza hacia atrás, propio de una fémina de melena abundante y sedosa Pantene, se retiró las dos cortinitas de mechones que le caían por las sienes y que el aire había alborotado en sentidos contrapuestos.


Le seguí con los ojos fijos en su cogote, pues había tomado la misma calle en la que servidora vivía, para llegar hasta dónde había aparcado, a hora incierta de la mañana. Caminaba deprisa (mucho más que cualquier plebeyo lo haría, apremiado por un apretón, hacia el retrete) y erguido.


Mientras su cogote llenaba mis ojos de visión entretenida, recordaba sus ojos miel de flores seleccionadas, salpicados con verde espárrago silvestre, la vez que vino a recoger al puesto que yo regentaba, algo que le pertenecía a su tío, y me esforzaba porque oyera mi pensamiento que le gritaba continuamente: gírate, gírate.


Apresuré el paso, lo justo para no adelantarle y separar nuestro paseo con mi llegada a casa, que cada vez estaba más próxima. Tosí durante varios segundos. Tosí muy fuerte.

Su cogote me gustaba, pero tenía que provocar el contacto visual (gírate, gírate) - que buscara en su memoria el momento en que le entregué las sandalias de su tío, que yo misma había cosido, y rememorara ese instante en que nos miramos, incluso sonreímos, con la cordialidad de dos desconocidos muy corteses-, para que se produjera un acercamiento que ansiaba.


Poco antes de que pasara por delante de la puerta en la que me detendría en unos segundos más, cruzó en diagonal hacia la otra acera (¡NO! ¡NO!), divisando a los lejos -interpreté por la forma en que alargó el cuello-, el carruaje con los caballos.


Abatida por no haber conseguido que supiera de mi presencia tras él, empujé la puerta de casa, y entré recogiéndome la falda para no tropezar con la bastilla. Lo mejor que me había pasado durante el día, era él.


En mi primera vida, me ganaba el sustento remendando calzado en una pequeña zapatería familiar, antes de hacerme marinera y más tarde y con muchas penurias encima, capitana de barco, anticipándome a los tiempos modernos como mujer progresista, pero parafraseando al gran filósofo bárbaro Conan, esa es otra historia.


Lo que pasó en Portugal después -es cierto que el asesino siempre vuelve a la escena del crimen, no recuerdo haber dejado fuera de juego a nadie entonces, pero que haya vuelto muy cerquita del escenario donde transcurrió mi otra vida, da que pensar- en 1575, entre el cogote al que perseguí sin proponérmelo y la que firma estas palabras, fue determinante para que me echara a la mar. Quería ser sirena, pero como no tenía cola de pez, tuve que conformarme con pescar animales acuáticos y lo demás forma parte de esa otra historia que no contaré aún.


He aprendido de aquella época, que cuando quieres que algo suceda (menos convertirte hombre-animal), lanzar pequeñas piedrecitas no es suficiente, hay que lanzar rocas. No tosas, tírate de bruces para acaparar atenciones ajenas.


Desde que sé de la existencia de mi otra vida –introduje en una página rara mi fecha de nacimiento segundo- me ha dado por regresar a esa otra vida mía, entendiendo mucho mejor ésta que tengo ahora, y he llegado a la conclusión de que en mi próxima reencarnación, quiero ser planta para ver si de una vez por todas entiendo la fotosíntesis.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora le encuentro sentido a eso de ser un muerto viviente, jejeje.

Si he tenido otra vida anterior a esta, seguro que fui pirómana, porque todo lo que cocino, lo quemo, y en la próxima quiero ser marciana, para conocer otro planeta, que este me cansa.

Besos.

Breuil dijo...

Para el que aprehende, las piedrecitas son tan eficaces como las rocas.
Un abrazo desde esta otra vida. :)

Uno dijo...

No hay más vida que la que hay, ni más futuro que los días que aun no hemos consumido.

Ya te dije que sí, que habría una cuarta parte de los "Piratas del Caribe" y creo que pronto llegará. Así que no te impacientes que creo que te esta afectando :P

Mucho mejor tirarles un planeta encima que un granito de arena, eso sí, cuidado de no chafarle.

Saludetes

Aureliano Buendía dijo...

Que intriga ¡¡ Ahora me pregunto en que trabajabas, en que trabajas,,, ¿de verdad eres capitan de barco?.

buen post.

Un beso desde Macondo.

Anónimo dijo...

¿Has vuelto a reencontrarte con el cogote en esta vida que tienes ahora?

Quiero saber más.

Un beso.

Anónimo dijo...

Hola Da, soy cogote... ¿me recuerdas?

Un beso, viviente.

Daniela Haydee dijo...

SOFÍA SAAVEDRA: Retrocede en ti misma... ¿no conocerías a nadie parecido a E.T., antes que ninguno de nosotros...?

Haz un poco de memoria, y a lo mejor te sorprendes.

Besos.

BREUIL: Estoy muy de acuerdo contigo, pero la contudencia a veces parece medirse por la "grandeza" del emisor.

Un abrazo en estos días.

UNO: Claro, las vidas se viven de una en una, no todas a la vez. Pero que hay varias, hailas... o no.

Grrr...no quiero saber nada de esos piratas cargantes... De los 15 minutos de la tercera parte no pasé.

Saludines.

AURELIO BUENDÍA: Ya no soy capitana de barco, si acaso, organizadora de oficina, y sólo veo el agua, cuando riego la maceta medio moribunda que hay encima de una mesita supletoria. Presiento que en mi otra vida, tampoco me gustaban los hiebajos.

Un beso.

LA FRUFRÚ: Más o menos, pero eso que dicen que donde hubo fuego quedan cenizas, no es cierto, estas se las llevó el viento. :)

Un beso.

CARLOSIDEAL: por descontado, si eres uno de los cogotes más inolvidables que he conocido nunca, muy a mi pesar... ;)

Besos.