28 diciembre 2008

¡Misión cumplida!



Corrían estas fechas el año pasado, cuando tomé una determinación seria y trascendental para el resto de mi vida -en mí “filosofía” particular, lo que se hace hoy, repercutirá en el mañana-, reanimar el blog que había creado unos meses antes, comprometiéndome conmigo misma -puede parecer un exceso de egocentrismo por mi parte, pero los compromisos con uno mismo no afectan a los demás y son igual de efectivos si no flaquea la voluntad-, a publicar todas las semanas un post.


El día elegido fue el domingo –el séptimo día-, que es cuando el Señor descansó después de un desbordamiento de inspiración, cuyos resultados son las creaciones sobradamente conocidas y los que no las conozcan, que no desesperen, pues todo llega a su debido tiempo.

Caminatas por los cerros de Úbeda aparte, la mía ha sido una ardua empresa, ya que no recuerdo haber llevado hasta el final nada que me haya propuesto nunca más de tres veces, por eso la falta de fe en mi “bombillita encendida sobre la cabeza”, me condujo a hacer cábalas sobre el tiempo que tardaría en desistir y no me di más de cinco meses. Lo perdí absolutamente todo… Pero he ganado tanto…

Ha sido difícil mantener el ritmo, a veces porque las ideas -la mayoría de ellas malas-, no afloraban, y otras por falta de tiempo -es lo que tiene que a una la hagan emplearse semi-a-fondo de lunes a sábado, que la mente se pone quejumbrosa al final de la semana, negándose a seguir en activo-. He recurrido a la ficción en numerosas ocasiones; a vivencias enmascaradas; a poemas concebidos en momentos pocos idóneos; a semáforos raros -y quien me haya seguido un poquito sabrá por qué-; a textos escritos en décadas pasadas -patente ha quedado-; a la actualidad –sin duda, un gran filón- y en una ocasión, Neruda me salvó de saltarme la vez… pero hoy, en el último post del año, puedo decir que LO HE CONSEGUIDO.


Para martirio de algunos de mis sufridores visitantes, voy a seguir en la misma tónica, al menos a intentarlo… Esto de que llegue el domingo tarde y no haber preparado nada, me obligaba a improvisar a marchas forzadas, y admito que tiene su intríngulis, del que he disfrutado (y padecido) en los días que se nos están marchando.


Gracias a los osados que me leen siempre que pueden; a los abonados por no faltar nunca; a los ocasionales; y a los que no saben aún, que un día por error acabaran encontrándose conmigo.


Felices todos los momentos, no sólo los que caigan en festivo.


Pd: esto no es una inocentada.

21 diciembre 2008

Sólo un segundo





Un segundo es suficiente para hacer el camino inverso de éste lugar al cielo.
No hay lugares sin retorno, sólo la intención de volver de nuevo al punto de partida.

14 diciembre 2008

Algo sobre mí

A través de la forma en cómo nos expresamos, en cómo escribimos en el “mundo bloggero” y sobre qué, se nos puede conocer, y el conocimiento muchas veces de alguien, desmitifica y acerca más al susodicho. Esta vez voy a compartir un trocito de mi vida, algo que ocurrió hace mil años, pero como en ocasiones he escrito, para entender el presente, hay que conocer el pasado, y éste es el mío.

Cruzó la calle en mi dirección, caminando delante de mí con paso decidido, al mismo tiempo que con un gesto de cabeza hacia atrás, propio de una fémina de melena abundante y sedosa Pantene, se retiró las dos cortinitas de mechones que le caían por las sienes y que el aire había alborotado en sentidos contrapuestos.


Le seguí con los ojos fijos en su cogote, pues había tomado la misma calle en la que servidora vivía, para llegar hasta dónde había aparcado, a hora incierta de la mañana. Caminaba deprisa (mucho más que cualquier plebeyo lo haría, apremiado por un apretón, hacia el retrete) y erguido.


Mientras su cogote llenaba mis ojos de visión entretenida, recordaba sus ojos miel de flores seleccionadas, salpicados con verde espárrago silvestre, la vez que vino a recoger al puesto que yo regentaba, algo que le pertenecía a su tío, y me esforzaba porque oyera mi pensamiento que le gritaba continuamente: gírate, gírate.


Apresuré el paso, lo justo para no adelantarle y separar nuestro paseo con mi llegada a casa, que cada vez estaba más próxima. Tosí durante varios segundos. Tosí muy fuerte.

Su cogote me gustaba, pero tenía que provocar el contacto visual (gírate, gírate) - que buscara en su memoria el momento en que le entregué las sandalias de su tío, que yo misma había cosido, y rememorara ese instante en que nos miramos, incluso sonreímos, con la cordialidad de dos desconocidos muy corteses-, para que se produjera un acercamiento que ansiaba.


Poco antes de que pasara por delante de la puerta en la que me detendría en unos segundos más, cruzó en diagonal hacia la otra acera (¡NO! ¡NO!), divisando a los lejos -interpreté por la forma en que alargó el cuello-, el carruaje con los caballos.


Abatida por no haber conseguido que supiera de mi presencia tras él, empujé la puerta de casa, y entré recogiéndome la falda para no tropezar con la bastilla. Lo mejor que me había pasado durante el día, era él.


En mi primera vida, me ganaba el sustento remendando calzado en una pequeña zapatería familiar, antes de hacerme marinera y más tarde y con muchas penurias encima, capitana de barco, anticipándome a los tiempos modernos como mujer progresista, pero parafraseando al gran filósofo bárbaro Conan, esa es otra historia.


Lo que pasó en Portugal después -es cierto que el asesino siempre vuelve a la escena del crimen, no recuerdo haber dejado fuera de juego a nadie entonces, pero que haya vuelto muy cerquita del escenario donde transcurrió mi otra vida, da que pensar- en 1575, entre el cogote al que perseguí sin proponérmelo y la que firma estas palabras, fue determinante para que me echara a la mar. Quería ser sirena, pero como no tenía cola de pez, tuve que conformarme con pescar animales acuáticos y lo demás forma parte de esa otra historia que no contaré aún.


He aprendido de aquella época, que cuando quieres que algo suceda (menos convertirte hombre-animal), lanzar pequeñas piedrecitas no es suficiente, hay que lanzar rocas. No tosas, tírate de bruces para acaparar atenciones ajenas.


Desde que sé de la existencia de mi otra vida –introduje en una página rara mi fecha de nacimiento segundo- me ha dado por regresar a esa otra vida mía, entendiendo mucho mejor ésta que tengo ahora, y he llegado a la conclusión de que en mi próxima reencarnación, quiero ser planta para ver si de una vez por todas entiendo la fotosíntesis.

07 diciembre 2008

Bajo la lluvia

Poema, producto de un segundo episodio de enajenación mental TRANSITORIA... Quizás si debería hacer algo con mis pensamientos...


Un rio de agua amarga
corre hacia ti.
Agua que te empapa,
agua fría que tus huesos cala,
para que al olvido no te des.

En cada suspiro de tu alma,
me iré deshaciendo poco a poco.
En cada lagrimeo de tus ojos,
seré yo quien desaparezca en tu rostro
apartada por tus dedos ingratos,
que antaño acariciaron cabellos sedosos

Renaceré en tu cuerpo calenturiento,
fruto de mi inocente malicia.
Tus estornudos sanarán mis heridas,
tu malestar alargará mi dicha.

Un rio de agua amarga
corre hacia ti,
Agua de mi regadera,
tú bajo mi ventana
en la oscuridad invernal,
empezando a comprender
que conmigo no se juega,
si jugar no quiero.