Mis noches no son tan solitarias como lo son mis días, porque en ellas me acompañan los sueños y la soledad no existe.De día me sobra la gente, los lugares donde estuvimos juntos; sobras tú en mi mente, acaparando cada pensamiento sin darme más opción que la dispersión de la concentración en el trabajo; sobra lo que eras en la vida y lo que eres ahora, un pedazo de mí ausente, perdida en la nada.
Dueles más en la distancia que cuando me hacías sufrir cercana y aún así, te quiero lejos, en el mundo particular dónde te encaprichaste habitar.
Vivir contigo se parecía demasiado a vivir sólo, pero entonces sabía que estabás ahí, y que en tu silencio calmado podrías rebelarte contra mí, que siempre estuve contigo, desatando tu desenfrenada ira cuando te aburrieras bajo mi cobijo. Ahora sé que no habrá más tú y que la paz de la que aún guardo recuerdo me amparará, cuando el tiempo cure este imperioso vacio; la herida que me legaste como gran tesoro; el hueco que has dejado para rellenar otro en el espacio con destino incierto.
Tú, singular y plural, irritada, hinchada por tu vehemencia; húmeda; resbaladiza; ardiente; manifestándote como la gran señora de los últimos tiempos, en tu gran palacio que era yo.
No vuelvas nunca. Quédate allí donde decidiste retirarte. No te echo de menos. Ya no me haces falta porque sé que podré vivir sin ti cuando el dolor se haya ido... Mi querida Adgmídalas.


