Rennes le château, Languedoc, Siglo XIX.
La marquesa d’Hautpoul Blanchefort, última señora
de la villa de Rennes le Château, pues descendencia no tenía y su linaje
desaparecía con ella, al ver acercarse la hora y desde el lecho, le desvela a
su confesor y párroco de la iglesia de María Magdalena, Antonie Bigou, un
secreto que habría permanecido silenciado en su familia durante siglos, y que aún,
hoy en día, sigue siendo un misterio sobre el que se han hecho cientos de
conjeturas, a cual más interesante (o descabellada).
Antoine Bigou, consciente del revuelo que causaría que
tal secreto saliera a luz por la importancia del mismo, lo encriptó en dos
pergaminos que escondió en la iglesia.
Con ellos viajará a París para que un criptógrafo
los descifre y así se desvelase lo que la tinta con tino ocultaba. A su vuelta a
Rennes le château, Sauniére podría haber descubierto el tesoro, en caso de que
este haya existido, relacionado con el contenido de uno de los pergaminos,
donde aparecía el árbol genealógico de la dinastía de los Merovingia, cuyo
antecesores podrían haber sido Jesús de Nazaret y María Magdalena.
Aún tratándose de hechos no probados, lo que sí
está constatado es que Sauniére de la noche a la mañana, empezó a gozar de
cierto prestigio entre la alta sociedad y mandó edificar Villa Betanea, y en
ella la Torre Magdala. Sus riquezas podrían deberse a supuestas actividades corruptas (desvío de fondos para
uso propio), por lo que habría sido juzgado y destituido de su cargo, lo que no
le supuso un inconveniente para seguir dando misa en su capilla privada, a la que
los aldeanos acudían con la misma devoción.
Como poco es curioso que la iglesia de Rennes le
château, lleve el nombre de María Magdalena; que a la torre de Villa Betanea,
se la denominase Magdala y que los pergaminos de Bigou tuvieran que ver,
supuestamente con María Magdalena, según el secreto familiar de la marquesa… ¿será el enigma de Sauniére la
clave para desvelar un enigma aún mayor que cambiaría la historia que conocemos?