23 enero 2011

El muelle (1ª parte)


Fui hasta el muelle caminando.
Por la tarde decidí que no iba a dormir esa noche, y esperé a que todos se acostaran para salir de casa. Al día siguiente me casaba y quería recordar aquellas horas previas, pasados unos años, como las últimas que pasaría a solas conmigo misma frente a donde mis pies me condujeran.
La noche era larga y me pertenecía.

Acercándome al embarcadero divisé una figura apoyada en la barandilla que contemplaba en actitud reflexiva las aguas calmas, en las que se reflejaban las luces del cielo.
Seguí caminando ignorando hacia donde quería ir, a pesar de la presencia del intruso, de momentos que había rescatado para mí.

A pocos metros de distancia, él volvió la cabeza en mi dirección y no dejó de mirarme hasta que me detuve a pocos centímetros de aquella silueta en la lejanía, con identidad en la cercania.
-¿Tú también estás perdida?

Asentí con la cabeza lentamente, sin saber por qué lo hacia.
No estaba perdida, al menos no era consciente de que lo estuviera hasta que el extraño me lo prenguntó.

Tendió su mano hacia mí.
Dudé antes de cogerla. Si hubiera sido espectadora de una escena similar, esperaría que ella saliera corriendo. Pero no fue eso lo que hice. Por alguna razón que no he tratado de explicarme, confiaba en él, notando que cada vez menos, era dueña de mí. Dejándome llevar. Reconociéndome poco o conociéndome más.

Tiró de mí suavemente hasta la barandilla, a su lado, invitándome a contemplar todo cuanto sus ojos veían, anfitrión en casa de nadie.
Solo entonces pude ver bien unos ojos claros, enmarcados en un armonioso rostro, bajo un cabello oscuro, no mucho mayor que yo.
Un hombre que no querido olvidar, aunque recodarle, en ocasiones, me haga sentirme culpable por el lugar que le he dado en mi vida, arrebatándoselo a quien pretendia que lo ocupara.

Mirar el horizonte y a mi acompañante de reojo de vez en cuando, no era suficiente; quería saber por qué había acabado en el mismo lugar que yo, en una noche como aquella. Las dudas que había sembrado en mi interior, ajeno a ello, crecían. Las suyas solo las intuía.
-¿Estás a punto de hacer algo que no estás seguro si deberías hacer?

Esta vez, quien asintió con la cabeza fue él.
La expresión de su rostro era seria y en sus ojos vi el mismo temor que los míos destellaban. Nos asustaba darnos cuenta en algún momento, que podía ser demasiado tarde para rectificar lo que aún no habíamos hecho.

Ocurrió.
Me besó sin que pudiera preverlo, cobijándose en mí en busca de respuestas o esperando encontrar una vía por la que escaparse.
No habrá nada que iguale ese instante en que le sentí tan cerca y dentro de mí; instigador de insospechadas vacilaciones.
-¿Estás dispuesta a perderte conmigo esta noche?
-Aún a riesgo de no encontrarme nunca.
Y nos perdimos juntos.
Cada segundo que transcurrió a continuación, fue el último que viviamos envueltos por ese extraño lazo que nos unió entre renuncias y anhelos, y que cortamos al amanecer.

Veinte años después he vuelto al muelle para pederme otra vez, aunque no he dejado de estarlo desde esa noche.
Él desapareció y yo desaparecí, llevándonos cada uno de nosotros una parte que le pertenecía al otro...
Salí ganando.


9 comentarios:

La Frufrú dijo...

Pues sí, el McNamara éste tiene su aquel y su ven aquí un ratito, las cosas como sean :)

Esa huida en noche cerrada, hace sospechar que la criatura muchas ganas no quiere de matrimoniarse, en caso contrario se estaría soñando con su novio con maripositas en el estómago.

Un beso.

Aureliano Buendía dijo...

como siempre un placer volver a tú rinconcito y leerte, me ha encantado tu post, lo he visualizado todo.

un beso desde Macondo.

Zimbagüe dijo...

Lo de perderse con extraños está bien, si no te vuelves a encontrar más con esa persona y es esporádico, sobre todo si no te ha gustado :)

Un abrazo.

SofíaSaavedra dijo...

Enternecedor.
Me recuerda a lo que escibiste sobre que a las mujeres nos gustan que nos seduzcan sin que nos demos cuenta. Así, sí :)
Hay que crear ambiente.

Un beso.

Daniela Haydee dijo...

LA FRUFRÚ: Te lo he dicho veces, el chico apunta maneras o las apuntaba, que años han pasado por él como por nosotras y ya no somos lo que éramos, aunque sí quienes somos :P

Ya sabes que soy la abanderada de momentos solemnes, pero reconozco que esos momentos pueden ser la respuesta a una inseguirad no admitida.

Un beso.

AURELIANA BUENDÍA: Un placer tenerte por aquí y recuperarte en Macondo. Gracias por tu benevolencia hacia una "vieja" principiente.

Un beso :P

ZIMBAGÜE: Tiene mérito perderse sin haber ingerido antes nada que actue sobre el cerebro anulando la razón... Es la forma menos habitual de perderse :P

Un abrazo.

SOFÍA SAAVEDRA: La acepción de "perderse" es muy amplia. En este caso, el significado viene a ser "quiero que ocurra algo diferente", y se improvisa sobre la marcha.
Hasta donde tú llegues, yo llego; hasta donde llego, llegas...

No profundizo más, que luego se me ven las intenciones. :P

Un beso.

Carlosideal dijo...

Para que luego digas que el romanticismo terminó para ti. Ya.

Esperaré a la segunda parte para comprobar hasta que punto el romanticismo no va contigo :)

Daniluski, damisela, vuelves a tus orígenes.

Un beso.

Pd: me ha gustado lo que he leido

Daniela Haydee dijo...

CARLOSIDEAL: Percepciones tuyas. Cualquier parecido con la realidad es pura ficción :P
Mis orígenes siempre van conmigo.

Un beso.

Uno dijo...

Me ha gustado, esta bien escrito y mantiene la emoción hasta el final.
Sólo espero que a los nueve meses no naciese un bebé negro :-)

Daniela Haydee dijo...

UNO: La historia fue escrita hace años, la he adaptado y acortado (gentileza de la casa ahorraros dos décadas)... Es que yo antes escribía muy bien, las cosas como sean (ya no puedo decir lo mismo)... :P

Lo del niño negro, podría haber sido un hecho, por lo de los antepasados africanos...

Saludos desde tu pueblo lluvioso.