23 mayo 2010

Arte plástico


Soy atípica por convicción.
No me gusta hacer las cosas que los demás hacen aunque al final acabe haciéndolas, lo que me lleva a pensar, que todos nos parecemos más entre si (por más que pretendamos ser distintos por lo de la identidad propia y la autenticidad), de lo que quisiéramos, ya que en nuestra evolución pasamos por procesos similares.

Allí me vi, con las rodillas rozando la puerta del retrete sentada sobre el inodoro, leyendo lo que otras niñas del colegio habían escrito o rayado sobre el trozo de madera verde que cerraba aquel diminuto habitáculo por el que tantos traseros habían pasado antes del mío, para dar privacidad al momento de las despedidas.

Me estaba enamorando del modo que se enamoran los niños, con esa clase de amor que deja de parecerlo cuando crecemos y nos damos cuenta que es más que “eso”, pero yo sentía cosas que se reflejaban en mi cara sonrosada y en mi voz dubitativa, cuando mi compañero de pupitre me miraba o dirigía sus sabias palabras hacia mí (y eso ocurría todo el rato, teniéndole al lado era inevitable).

Aquel niño que desprecié (como al resto) en el pasado (unos meses antes) por saberle hombre en el mañana (algunos son detestables y éste proyectito me lo iba a parecer porque apuntaba maneras… se le veía venir), me atrapó sin tener que hacer nada; sin juegos de seducción en los que tanto he participado años posteriores y que luego él practicaría con asiduidad, cuando se hizo gigoló para costearse los viajes que hacía a lo ancho y largo del mundo, como cooperante de ONGS que ofrecían ayuda humanitaria a los peores tratados por la vida (vida de mandatarios sin escrúpulos)

Su “yo” me gustaba tanto que sembró en mi una semillita (esa no, otra, que solo éramos críos), que fui alimentando hasta que floreció y florida me encontraba cuando saqué del estuche de la mochila un compás y con la punta escribí dentro de un recuadro que tracé (los corazones me parecen cursis), esas letras que harían más amena la evacuación (del tipo que fuera) a futuras generaciones:

TU Y YO
AMOR ETERNO

Las pintadas en las puertas de los aseos son deplorables, pero cuando la necesidad aprieta, el mundo no puede dejar de saber lo que gritar nos delataría: que amamos a alguien.

Las cosas del corazón (ese órgano tan feo, húmedo y vibrante) nos cambia, haciendo que nos comportemos de formas semejantes y sintamos parecido los unos a los otros.

En el amor y el desamor soy tan típica (mis convicciones no me sirven de mucho) como los demás, porque nuestros cuerpos están diseñados para actuar de la misma manera cuando identifican incidencias en el funcionamiento habitual.

Cintia Aurora Maria Van Heley de Haut
Diseñadora gráfica.

6 comentarios:

Fiebre dijo...

Pues casi que hoy me da envidia no ser típica.

Estoy pensando en que un amor, con su desamor posterior (que eso sí que tengo claro que llegará) no estaría nada mal en mi vida ahora.

sofiasaavedra dijo...

Una vez escribí sobre la mantequilla el nombre del chico que me gustaba y en casa todos se enteraron porque estaba tan rara.

¡Que poco previsibles somos! :)

carlosideal dijo...

Danielusky,la eternidad no existe mientras estás vivo. Nada perdura por tanto tiempo, y si no crees lo que te digo, demuéstrame lo contrario ;)

Aurorita tiene muchos pájaros en la cabeza y no es tan distinta a los demás, como ella misma reconoce, una atípica típica, ni más ni menos :)

A tus pies, un servidor.

zimbagüe dijo...

Me introduje en la lectura gracias a las puertas de los aseos de los baños (de todo tipo de antros). El género tiraba para romántico, pero me acostumbré a leer a veces durante muchos minutos seguidos.

No soy hombre de convicciones, más bien una veleta que se mueve según sopla el viento :)

Daniela Haydee dijo...

FIEBRE: Lo "atipico" no tiene guión, lo "tipico" es el guión. Entre lo primero y lo segundo me inclino por lo atípico, aunque tenga tendencia a caer en lo típico.

¿Y un desamor con amor...? No, demasiados conflictos internos.
Que las cosas sigan su curso (aunque siento cierta preferencia por los "des" antes de lo que le sigue, me confieso) :P

SOFÍA SAAVEDRA: Por si se te vuelve a ocurrir, garabatea antes de untarte el pan, la tostada te sabrá más sabrosa y nadie (que tu no quieras) se enterará de nada :P

CARLOSIDEAL: ¡Que filósofo estás Carlinhos! La razón está de tu parte, no discuto contigo, sobre esto no ;)

Un beso.

ZIMBAGÜE: ¡Benditas puertas de baños y aseos! El día menos pensado, te da por escribir algo (no como lo de Cintia) y te haces escritor. Espero tu primer best-seller con ilusión... ¿Por qué no te piensas lo del blog? A veces es como escribir en puertas raras :P

Uno dijo...

Cintia Aurora es cursi que te cagas.

¿Cómo se pueden tatuar cosas tan horteras en una puerta mientras la perfuma con lo que también sale de su interior?