25 abril 2010

Cajas apiladas

Buscando en el desván de casa (en tierras extremeñas se llama “doblao”) un libro (a veces me da por buscar cosas que echo de menos. Las tengo en las manos varios minutos y luego las vuelvo a poner en su lugar), encuentro mis memorias (diarios escritos durante una época estrechamente relacionada con el pavo genérico sin discernir si es real, verde, ocelado, salvaje o de matorral) y en uno de ellos aparece un recorte con la fotos de él (sí, hasta esos extremos llegaba mi empecinamiento por dejar constancia de mis emociones-sentimientos-vivencias).

Apollo (entre aves andamos) fue el primero de todos en gustarme (platónica-televisivamente).
Era el protagonistas en “Galáctica, estrella de combate”, emitida cuando tenía siete u ocho años, descubriéndome que los chicos podían gustarme (esos malvados serecillos que me hacían rabiar en el colegio, de naturaleza corrupta, todos ellos menos mi amigo del “alma”, que por ser amigo mío no era chico. Los amigos son como los ángeles, unos indefinidos) y que se podían sentir cosas distintas y agradables hacia un trozo de carne viviente (definición muy aproximada de lo que consideraba a los niños, en aquellos inicios míos por la vida, con uso de razón, sin su uso, no recuerdo nada).

Apollo ya no mí estimado Apollo (pronúnciese Apolo, si no gustan las plumas). Los años le han cambiado y han cambiado mi percepción sobre su endiosada belleza (cuerda soy mucho más objetiva que bajo la influencia de unos ojitos azules y un corte de pelo favorecedor).

Su imagen no me dice nada (no es que antes mis conversaciones con Apollo fueran distendidas, pero él me miraba y yo suspiraba. Había “complicidad”, aunque que creo que él nunca lo llegó a saber porque estaba demasiado ocupado en las estrellas), pero abrió la vereda hacia éste instante, donde empieza a haber más pasado que futuro, y si no hubiera “marcado” mi joven existencia, después de haber hecho una bolita de papel con el recorte, no lo hubiera desdoblado con cuidado, con cierto arrepentimiento.

Hay historias que no merece ser tiradas y recuerdos que merecen seguir guardados, como parte de lo que somos, hasta que estemos preparados para prescindir de ellos.


18 abril 2010

Haiku


Haiku, composición poética japonesa (dejarse fluir deliberadamente) de 17 sílabas, distribuidos en tres versos de 5-7-5 sílabas respectivamente, que versa sobre la naturaleza (florecitas, arbolitos…), paisajes (montañitas, marecitos…) y animales (pajaritos, ranitas…) originariamente.

La mínima expresión para no decir nada o decirlo todo sin que los demás lo entiendan. Escribirlos relaja al tiempo que oculta realidades calladas.

Vuela lejos
El cielo te acoja
Pensamiento añejo.

XXOXX

More la noche
Despierta el día
Vieja alegría.

XXOXX

Hierba mojada
Verde intenso
Aroma de flores.

XXOXXX

Carta llegada
Silencio causado
Ausentes vivamos.

XXOXX

Mente vacía,
Corazón desierto
luz prendida.

Olvido, pasado, armonía, paz, libertad…



11 abril 2010

Certezas dudosas

Uno de los Grandes Maestros de las Artes Dudosas, alecciona a su discípula más aventajada (y única):

-Tu escuchar bien, superhipermegaaprendiz en ciernes, porque ésta canción que no gustarte en tiempo presente, será tu bandera cuando la madurez te alcance y tu su precursora a no muchos años más tardar.

Escucho… Reescucho… Redeescucho… Redequeescucho… Redequeteescucho… Y asiento.

-Cierto, Gran Maestro de las Artes Indefinibles, el tema será bueno para oídos ajenos más habituados a los malos ruidos que los míos, pero no me gusta… No solo no me gusta, sino que además no me gusta nada… No solo no me gusta nada, sino que además me parece horrendo, horripilante, horroroso, espantoso, espeluznante, aterrador, terrorífico, pavoroso, monstruoso; apocalíptico y tremebundo.

-Educanda de los buenos conocimientos adquiridos gracias a mi persona sabia, tu no saber bien que decir, porque tu ser pequeñita aún, pero tu enloquecer cuando darte cuenta que encantada estarás cuando tu mente haya crecido tanto como tus arrugas aumentado. Sé paciente y verás.

-…

Varios días después, habiéndola padecido varias veces a voluntad propia, sigo pensando que el Maestro de las Artes Fructuosas se equivoca (hecho que ocurre con frecuencia alarmante para el aprendizaje de la inteligentísima discípula). NO ME GUSTA... Ahora.


04 abril 2010

Nazarenos


Personas anónimas que ocultan sus rostros, para que nadie sepa quiénes son y que dependiendo de cómo han actuado durante el año (subjetivo del todo), van descalzos en procesión, cargando cruces o arrastrando cadenas, en día y noche penitente. Por sus colores los reconocerás:

Blanco: simboliza la pureza, la inocencia, el gozo (de ser puro e inocente, no de regocijarse en la alegría) y por tratarse de penitentes, también es símbolo de Dios). Muy utilizado por santos (no mártires, a estos les va más el marrón), no desentonará en fiestas del Señor y la Virgen María, así como también es muy propio para la Navidad y la Pascua.

Rojo: fuego y sangre (tomates y pimientos aparte, pues son propensos a emular el color de la lechuga). Ideal para impartir el sacramento de la confirmación, es un color muy agradecido, ya que en Pentecostés, Domingo de Ramos, Viernes Santos; Misas votivas personalizadas del Espíritu Santo, la Preciosísima Sangre y la Pasión del Señor; fiestas de Apóstoles y Evangelistas y en las celebraciones de santos mártires (cuando no usan el marrón), se puede llevar sin desentonar un ápice.

Verde: significado de la esperanza, vestirlo en caso de asistir a Oficios (no confundir con empleo o labores) y Santas Misas, solo si se tratan del Tiempo Ordinario.

Negro: elegante donde los haya, se puede utilizar el día de todos los fieles santos (el día posterior al día de todos los santos a secas) y en Misas de réquiem (misas musicadas).

Morado: humildad y penitencia, en ocasiones sufrimiento y dolor. Para tiempo de Adviento y de Cuaresma es indispensable, aunque a falta del verde, éste se puede sustituir por el lila para asistir a Oficios y Santas Misas.

Rosa: flor del rosal, hermosa y de fragancia suave, también conocida como de Alejandría o Pitiminí, es un encarnado poco subido recomendable para el Domingo de Adviento y el cuarto Domingo de Cuaresma. Es de suma importancia no confundirse de domingo, si la tendencia de la indumentaria no es vanguardista.

Se rumorea en círculos nazarenezcos, que el amarillo podría empezarse a emplear en señal de
poderío y riqueza, en conferencias clericales, así como en reuniones privadas monásticas.