“¿Por qué todos llevaran su nombre?”
Una historia más.
Chica conoce a chico en la secundaria.
A chica le gusta chico inmediatamente (flechazo). Alma de chica enamoradiza, se hubiera podido enamorar de casi cualquiera, porque en su interior se había iniciado el proceso de olvido de un amor colegial, que duró toda la primaria y estaba receptiva a nuevos sentimientos.
Chico piensa en la chica con la que ha pasado el verano. Intenta reconquistarla, pero chica segunda no está interesada en prorrogar, solo en rescindir historia de flirteo sin importancia y entonces a chico le empieza a gustar seriamente chica primera. La venda se le ha caído de los ojos y puede volver a sentir por alguien más que por quien no le hace ni caso.
Chico se mantiene cauto. No quiere volver a cometer los mismos errores de su corto pasado.
Chica se desespera porque chico le da una de cal y arena. Cuando cree que ya es suyo, chico retrocede por temor a salir malherido.
Chica se pregunta porque todos los chicos con los que tropieza, se llamaran igual que él único que le interesa. Y eso no favorece demasiado las cosas, no solo piensa en él a cada instante, también aumenta su impotencia.
Al final chica y chico… y sus caminos se separan, aunque aún, de vez en cuando, se sigan preguntando qué hubiera sido de ellos si hubieran caminado juntos veinte años.
Como a chica, me parece que hay demasiadas personas que llevan el mismo nombre. El nombre de una persona que se detesta o no se detesta nada; que se atraganta por representar lo que se quiere desechar de la vida o se quiere que esté en ella, o se anhela.
Convencida de que “todo ocurre por alguna razón”, no hay consuelo cuando afecta, aunque se crea y si los nombres se repiten en trozos de nuestra existencia, es porque no deben ser olvidados.