26 junio 2011

Todo queda en casa




En el principio de los tiempos, todo era un Caos (1), hasta que del Tártaro (2) surgió Gea (3) que a lo “Adán y Eva en el Paraiso” pero en versión femenina, sin costilla, manzana ni pecado, iluminada por Eter (4) cuando Nyx (5) estaba fuera, engendró a Urano (6), anticipándose a cualquier postura femenista posterior, sin la necesidad de recurrir a ser masculino para reafirmarse como hembra.

Urano, apoyando la determinación de su madre de hacer de la nada un lugar habitable, dejó caer una lluvia fértil sobre ella (de estrellas) y fue entonces cuando nacieron las flores, la hierba, los árboles, los ríos, los mares... Titanes y Tinánidas (7).

Contentos con el resultado, y habiéndole cogido agrado a eso de “crear”, nacieron tres Cíclopes (8), y después le siguieron los trillizos Hecatónquiros (9), conscientes de que la belleza debía alternarse con la maña de seres menos cómodos de mirar.

Cronos (10), uno de los titancitos, harto de tanto hermano raro y menos raro, no dispuesto a compartir ni repartir, pero sí a gobernar, cortó por lo sano castrando a su padre Urano.
Se unió a Rea, y juntos ocuparon el trono del Olimpo.


Su madre Gea, le pidió que liberara del Tártaro a sus hermanos menos agraciados, encerrados por su padre, porque le molestaba ver tanto hijo corretear arriba voy, abajo llego, pero éste se negó. Gea, enfadada por la oposición del hijo le maldijo: el hijo varón que nazca, te destroná, del mismo modo que tú has hecho con Urano. La noticia la dio a conocer el Oráculo.

Preocupado por la posibilidad de perder el poder y con las piernas cruzadas, cada hijo que nacía, ni corto ni perezoso se lo zampaba. Este fue el destino de los cinco primeros bebés, hasta que Rea, enfadada por la falta de consideración de su esposo para con sus retoños y haciendo aguas su matrimonio, en su último alumbramiento, escondió al pequeño Zeus (11) en complicidad con su suegra Gea, y envolvió una piedra entre pañales para que Cronos lo engullera y con un poco de suerte se atragantara.

Zeus creció (mal de muchos) en una cueva, y cuando fue lo suficientemente mayor, le dio un veneno a su padre, que Metis (12), su novia en aquella época, le proporcionó, haciendo que vomitara a todos sus hermanos y la piedra.
Zeus se enfrentó a Cronos y a los Titanes, que prefirieron ponerse de parte del padre que es quien les financiaba los caprichos, y fue ayudado por los Cíclopes, que liberó del Tártaro a petición de la yaya Gea.

Zeus y los Cíclopes salieron victoriosos, convirtiéndose el primero en el segundo trasero que ocupara el trono.

Zeus le demostró a Metis que iba en serio con ella haciéndola su consorte. Fueron días felices, pero la maldición merodeaba por el Olimpo y el Oráculo (periódico de tirada diosal) en otro nuevo reportaje sensacionalista de investigación, desvelaba que el segundo hijo de la segunda generación en el trono de dioses, desbancaría a su padre del poder.


Zeus tomó cartas en el asunto rápidamente y se tragó a Metis (el amor duró poco), desconociendo que estaba encinta. Atenea (13), nacida de la cabeza de su padre Zeus con todos los dientes en la boca y completamente armada, no solo fue una gran guerrera, también destacó su inteligencia y astucia... No se le conocieron amantes y no alumbró hijos... Continuará...



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En mitología griega...




(1) Caos: abismo sin fondo, vacío que contenía el principio de todas las cosas sin forma.
(2) Tártaro: Tinieblas.
(3) Gea: Tierra de la que emerge la vida.
(4) Eter: Día y luz.
(5) Nyx: Noche y oscuridad
(6) Urano: Cielo estrellado (firmamento).
(7) Titanes y titánidas: primera generación de dioses y diosas del Olimpo. Ellas: Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y Tetis. Ellos: Océano, Ceo, Crío, Hiperón, Jápeto y Cronos.

(8) Cíclopes: seres monstruosos con un solo ojo.

(9) Hecatónquiros: seres gigantescos con cinco cabezas y cinco brazos.

(10) Cronos: dios de primera generación, Tiempo. Tuvo con Rea tres hijas: Hestia, Deméter y Hera; y tres hijos: Hades, Poseidón y Zeus.

(11) Zeus: dios de segunda generación.

(12) Metis: diosa de segunda generación hija de Océano, Perfidia.

(13) Atenea: diosa de la sabiduría la valentia.




19 junio 2011

Genio y musa

El día que conocí al genio, conocí a la musa.
Cuando la musa se alejó de las excentricidades del genio,
temiendo salir herida,
el genio se perdió en la oscuridad de sus profundidades.

Permaneció varios días ausente de la vida,
hasta que del dolor fluyó un poema, un lienzo y una partitura.

Todas las noches, con los acordes de las notas en sus oídos,
leía el poema delante de la pintura, a su musa.

Todas las noches menos una;
la que olvidó hacerlo;
la que dejó de dolerle su abandono.

El día que el genio asumió su marcha,
me despedí de la musa.


12 junio 2011

De película

Como Rose Dewitt Bukater en el bote salvavidas en medio de la catástrofe, me sentí sentada en la silla del dentista, mientras descendía hasta lograr mi horinzontalidad, bajo la mirada de Jack Dawson apoyado en la barandilla, asomado a mi rostro. Detrás de él, las luces del techo como fuegos artificiales rompiendo la noche, y entre los dos la luna, un foco alumbrando mis temores.

En mi mente la banda sonora de esa escena, creando un ambiente confuso... No me encontraba una situación idílica, las circunstancias no se prestaban a ello, pero trabajaba inconscientemente para restarle dramatismo al asunto.

Tumbarte en una silla de nave espacial con una mesita supletoria sosteniendo herramientas puntiagudas la mayoría de las veces, inyecciones metálicas y objetos minimalistas, sigue siendo un suplicio para mí, pese a los avances... no quiero ni pensar treinta años atrás. No hubiera sobrevivido al licor y la extracciones.

Cuando esos aparatejos suenan chirriantes todos ellos, y los ves acercarse irremediablemente a la boca abierta como la puerta de una casa recibiendo visitas esperadas, empiezas a notar como hurgan en el interior de ti, antes de que hayan empezado a hacerlo.

El aspirador colgado de la comisura, a su libre albedrío, moviéndose según la presión precisada a la vez que reseca la garganta y te pones rojo porque sabes que si toses, puedes ocasionar daños colaterales. El dentista empujando los dientes contra el hueso, no importa del tratamiento que se trate, siempre cogen “el gancho” y tiran o empujan, según convenga.

El gusto de los productos utilizados (me dejo de tecnicismos, aunque me digan el nombre de lo que me están aplicando, prefiero ignorarlos a memorizarlos) un cóctel en ocasiones entre amargo y picante que con un par de enjuegues desaparecerían, pero con la boca dormida, no sientes absolutamente nada (solo lo notas), y no sabes si los labios están bien situados en el vaso. Intuyes que no cuando el agua empieza a caer por el babero que llevas al cuello, en lugar de entrar donde debería. Te tragas todo lo que no puedes expulsar y aguantas los retortijones del después aturdida.

El dentista dándote conversación y haciéndote preguntas que espera que respondas y a veces no basta con despeinarse sobre el reposacabezas con “sies” y “noes”, quiere que te explayes, que le expliques el “por qué de las cosas”; que resuelvas sus dudas filosóficas justamente en ese instante en el que solo piensas en estrangularle por lo que te está haciendo, con la boca entumida de tenerla abierta y los labios siliconados por la anestesia.

El viaje espacial termina.
De Rose y Jack, a esas alturas queda muy poco y la ascensión de la silla es la liberación del tormento.
-Te espero lo semana que viene.
“Ya, como si quisiera volverte a ver”.


05 junio 2011

Intenso



Esta semana ha sido intensa, no tanto por motivos laborales (también ha habido momentos de alto voltaje), como por motivos que rozan lo personal con severidad.


La tierra no me la toca nadie. No concedo esa licencia a nadie, ni siquiera a quien cree que la tiene. Seré intransigente.


Dejo el tema más "intenso", de mi discografía particular.

Mi semana ha sido como el estribillo, un desgarro desconsolado, un lamento.