31 agosto 2008

Lo que hay en mí

Un corsario procedente de Catalonha, me trajo de sus viajes por tierras de Al Ándalus, un manuscrito envuelto en pergamino, cuya verdad ha resultado reveladora… Al parecer cada una de nosotras lleva el espíritu de una princesa “olvidada o desconocida” en su interior. Hay muchas y muy variadas como colores existen en el mundo y por la descripción de la nuestra se nos conocerá, ya que en ellas se condesan todo cuanto somos.

La mía se llama Blandina y su rasgo principal es la inactividad. Se pasa el día durmiendo y ni para comer se levanta (mucho menos para otros menesteres) cogiendo el relevo de su pariente lejana La Bella Durmiente, que cien años durmió si inmutarse la muy holgazana… si bien no puedo hacer lo mismo que ella todos los días, pues ocupaciones diversas requieren de mi atención, representa algunas de mis aspiraciones futuras.

Deletrea de Eletrea es otro de esos espíritus buenos (pues varios son los que tengo), que habita en mí. Ella es la intelectual. La que todo lo lee, incluso aquello no recomendado a damas de alta alcurnia, pero su sed de lectura la puede y hace de libros, periódicos, folletines, etc., sus presas por periodos cortos… lo que tarda en devorarlos.

A Farragosa le debo el temperamento. Grita sin parar animando a batallones a luchar, increpados por palabras que mal entendidas dolor pueden causar. Es perspicaz. No deja títere con cabeza cuando le exalta el revoleteo de un mosquito o se atraganta con una miga de pan…

Princesas… Príncipes… seres desconocidos que merodean dentro de nosotros y a los que les restamos importancia porque no los podemos ver... Pero hasta lo invisible existe.

PD: Si quieres saber un poco más de ti, Philippe Lechermeier y Rébecca Dautremer te lo mostraran en "Princesas... olvidadas o desconocidas" (detrás de cada una de ellas, siempre hay un príncipe resignado)

24 agosto 2008

Lluvia

Si canto lo bastante alto,
las nubes me oirán y se entristecerán
llorando mares,
que sobre nuestros cuerpos caerán,
empapando la piel
con miles de gotas de agua
que la tierra absorberá.

Si canto lo bastante alto
truenos y rayos
allá en el cielo celebrarán
que mi voz les alborote el sueño,
y con estruendos y luces seguirán la melodía,
que si canto lo bastante alto,
todos oirán.

17 agosto 2008

¿Quieres?

-¿Quieres ser la madre de mis hijos?
Si el hombre más atractivo jamás visto sobre la faz de la tierra te aborda en medio de la calle para preguntarte esto, sólo existe una respuesta posible.
-Sí.

Esbozando una sonrisa tan perfecta como el resto de su ser visible, el trajeado de piel bronceada y ojos noche abierta, toma mi mano, la besa con la cortesía de un caballero refinado y vuelve a hacer audible su voz aterciopelada.
-Ven conmigo.

Le sigo cogida a su mano. Apenas habla, pero sus miradas son tan significativas que sobran las palabras.
-¿A dónde vamos?
-A un lugar que no querrás olvidar nunca.

¡A su casa! Es impulsivo y no soporta la idea de tenerme tan cerca y que sólo se rocen nuetras manos. Quiere crear un vínculo que nos una para siempre.
Despierta mi curiosidad por conocer dónde vive; por ver su baño; su armario… por verle dormir mientras amanece.

Habiendo caminado durante quince minutos, de pronto nos detenemos.
-Cierra los ojos.

Tardo en reaccionar. Cada premisa pronunciada produce en mi cerebro una pequeña conmoción.
-¿Confías en mí?
Quiero gritar ¡Sí!, pero sólo asiento con la cabeza.

Cierro los ojos. La situación es surrealista, he seguido a un extraño que quiere que sea la madre de sus hijos hasta su casa, y estoy a punto de involucrarme por completo en su vida… pero resulta romántico.

Guía mis pasos rodeando mi cintura con su brazo para protegerme de tropiezos. Subimos unos escalones. Abre una puerta y entramos en un lugar donde se oyen susurros y un profundo olor a desinfectante.
Noto su calor delante de mí y sus manos cogiéndome con suavidad de los brazos. Estoy impaciente por saber que ocurrirá a continuación.
-Ya puedes abrirlos.

Lo primero que veo es a él y luego no puedo evitar mirar en derredor. No sé exactamente donde estoy pero no me gusta y la magia que envolvía cada momento hasta llegar aquí, ha desaparecido.

Me sonríe con la mayor de las dulzuras. Ya no me parece tan atractivo.
-En esta clínica tienes lo que necesitas de mí para engendrar a nuestros hijos.
Le miro atónita…. ¿Y por qué no me lo das tu mismo?
-Serás la mejor madre que podrían tener mis hijos.

Si me ha elegido a mí de entre el resto, es porque en algún momento tiene penado que surja el amor entre ambos. Me está probando, quiere saber que estaría dispuesta a hacer por él, y a pesar de mi desencanto momentáneo, sería capaz de hacerlo TODO.

En cinco años he alumbrado tres veces. Vivo en una inmensa mansión con mis hijos, el padre de mis hijos y con las otras: su mujer, su novia, su amante, la mujer de su vida…

-¿Quieres ser parte de mi vida?
Cuidado con lo que respondes.


10 agosto 2008

Shivá (continuación)


Mira que me lo dijo bien claro: “… hallarás el amor verdadero en el hombre de tu vida; ascenderás en el trabajo consolidándote como líder; tendrás una salud de hierro y la suerte acompañará en todo lo que hagas…”
Me atrajo de aquel rinconcito esotérica que descubrí entre el resto de tiendas con temática medieval que una vez al año se instalan en el pueblo, un olor dulzón empalagoso, pero sin embargo agradable.

La mujer joven que regentaba el puesto, ataviada con una simple túnica marrón y aspecto de hechicera de cuento (cabello negro hasta más abajo de la cintura; manos de dedos largos y delgados y piel traslúcida) me ofreció una sonrisa.

-Son hierbas del bosque recogidas en noche de lluvia, caramelizadas.
Su voz era suave y cálida.

-Puedo desvelarte el mañana, ¿quieres conocerlo?

Asentí con la cabeza fascinada por su presencia alargada, antes de atravesar unas cortinas negras con estrellas plateadas que me condujeron al interior de la tienda, dónde una pequeña mesa redonda con dos banquetas nos aguardaban.

-Las cartas tienen las respuestas que buscas – dijo empezándolas a barajar con parsimonia.

Después de un rato, dejó la baraja sobre la mesa y me pidió que pusiera mis manos sobre ella para “impregnarle mi esencia”.

-… hallarás el amor verdadero en el hombre de tu vida; ascenderás en el trabajo consolidándote como líder; tendrás una salud de hierro y la suerte te acompañará en todo lo que hagas…

¿Y qué hice yo? Enamorarme del primero que me guiño el ojo, confundiéndole con el hombre de mi vida, que más que amor verdadero, verdaderos quebraderos de cabeza me provoca cada vez que tocar la flauta, y es que quien siente, alguna vez padece… pero no tanto.

Hasta ese momento me mantuve escéptica respeto a lo que la bruja había visto en el árbol que había trazado con las cartas, pero luego las cosas se fueron dando.

Ascendí en el trabajo, de la planta baja de la tienda de electrodomésticos donde trabajo, pasé a la primera especializándome en móviles y sus accesorios; mi salud es de hierro desde que me rompí las dos piernas precipitándome por las escaleras y tuvieron que ponerme tornillos, si bien no de hierro, de un material lo suficientemente resistente, para sujetar los huesos fracturados y desde luego, la suerte está de mi lado… En esa caída podría haberme partido la crisma, pero solo fueron las piernas; se incendió mi casa, pero yo no estaba dentro, lo material no importa, es reemplazable; perdí la tarjeta de crédito pero me di cuenta a las dos semanas, por no ser demasiado asidua a ella… Podía haber sido mucho peor.

La tarde esotérica cambió mi percepción sobre algunos aspectos y el sentido de mis pasos.

La bruja dijo lo que esperaba oír y lo que hice con esa información es cosa mía.
Me equivoqué con el hombre de mi vida o tal vez aún pueda llegar a serlo si aprendo a amar aquello que más detesto de él (que no se lave mucho); intentando mejorar de situación laboral, cambié lo que tenía, por lo que quería… ¿ascender?; mi casa se quemó cuando dejé una olla al fuego pensando que no podría pasar nada malo si volvía pronto, y si no fuera tan descuidada, no habría olvidado la tarjeta en el cajero.Si es que, más vale malo conocido que bueno por conocer…

03 agosto 2008

Yo difiero


Corre la leyenda urbana que versa sobre la interminable lista de objetos que las mujeres llevamos en el bolso, pasto de exhaustivos estudios estadounidenses, promovidos por mentes inquietas dispuestas a invertir tiempo (el que no utilizan para comer hamburguesas) y dinero (ajeno), en confeccionar estadísticas de gran repercusión en la existencia humana, que a su vez sirve para rellenar minutos de radio.

El locutor dice con retintín rentintineado que lo que nunca falta en nuestros bolsos (ese gran misterio por descubrir) es un papel de chicle arrugado… ¡Ja! Te has pasado de listo sabelotodo. ¡Yo n mastico chicle!

Busco las llaves de casa en el bolso, entre algunas cosas imprescindibles para la supervivencia en una isla desierta del pacífico (y el porcentaje de que me pierda en una es tan elevado que puede ocurrir en cualquier momento), cuando en el fondo hallo el envoltorio vacio de un caramelo de mentol que sin duda alguien ha puesto ahí para que yo lo encuentre… Insisto ¡Yo no mastico chicle! Si acaso, en un ataque de tos me vi en la obligación de consumir el contenido del papelito en cuestión y dejarlo ahí en un gesto ecológico para con el resto de mis conciudadanos… Dadas las circunstancias apostillo:

1.- Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

2.-Un simple envoltorio no me hace estadística… ¡Y además no era de chicle!

3.-Si las mujeres llevamos tantas cosas en el bolso es porque “otros” nos piden que se las guardemos.

4.- Mentimos en las encuestas tontas, por tanto muchas estadísticas son erróneas…

Acabando… El bolso es nuestro mundo sintetizado, no la maleta de viaje hacia destino de dos meses, y sobre su contenido, propagadores profesionales se encargan de difundir rumores con la finalidad de confundir a la opinión pública y distraer su atención de lo realmente importante.